Muchas veces hemos tratado estas mismas páginas el tema de quién o quiénes se benefician más con los problemas del comercio fronterizo binacional entre República Dominicana y Haití, conociendo, sobre todo, que ese intercambio “es fuente de subsistencia para muchas personas y dinamiza la economía de Dajabón y Juana Méndez, en tanto éste moviliza más de 100 millones de pesos cada semana, muchos de los cuales se gastan en adquirir mercancías y productos que expenden los detallistas”.
Lo de lograr que el comercio sea más equitativo, legal y justo, con mayor participación de los pequeños comerciantes y “menos proteccionismo contra las importaciones de ambos lados”, es un verdadero sueño que debía materializarse mediante las actuaciones- como debe ser- de la Comisión Mixta Bilateral, cuya reactivación piden a gritos aquí y allá durante más de 15 años.
Cada momento de no entendimiento y falta de operatividad implica una lejanía innecesaria entre dos países que comparten territorios, y cuyos municipios fronterizos han desarrollado a estas alturas experiencias que marcan la necesidad de soluciones que consoliden las propuestas y requieren de esa retroalimentación que converge en lo económico y trasciende a culturas e idiomas, mencionemos lo religioso, la salud y, sobre todo, ese medioambiente que ampara a cada ser vivo de un lado y otro, sin soslayar ni privilegiar clases sociales ni quien posea riquezas mayores. Allí, como en el resto del orbe, o nos salvamos todos o morimos sin excepción.
Más allá de culturas e idiomas
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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