Más allá de tratar asuntos relacionados con el impulso del crecimiento económico, de generar empleos y estimular las inversiones para el desarrollo, y cómo enfrentar la crisis de la cual el mundo no acaba de salir, los líderes del Grupo de los 20 (G-20), Cumbre que acaba de concluir en Petersburgo, Rusia, concluyeron esencialmente con el tema del ataque previsto por Estados Unidos a Siria, que dividió las opiniones entre los participantes.
Quizás el mundo debía estar hoy al tanto del contenido de la Declaración de San Petersburgo (35 páginas y 20 capítulos), inspirada en las iniciativas de la presidencia rusa, en 2013, documento que “muestra un espíritu de consenso de los gobiernos con políticas que favorezcan el desarrollo sostenible y equilibrado; el crecimiento y la creación de puestos de trabajo altamente calificados, a pesar de la composición heterogénea del foro, y los visibles desbalances”.
Tal vez el mundo podría hoy observar los compromisos y prioridades de un foro destinado a “adoptar pasos tendientes a revertir la situación del desempleo, en particular entre los jóvenes, problema incluido entre los desafíos principales para la economía mundial”; pero, una vez más la guerra desvía los caminos y hace pensar que sin espíritus consensuados resultará muy difícil alcanzar logros, y habrá que ver cuáles serán los resultados que se expondrán en 2014, cuando está prevista la próxima cumbre en la ciudad australiana de Brisbane.
G20: La guerra desvía caminos…
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