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¿Consumir o consumirnos?

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Se plantea que en los últimos 20 años el consumo se ha incrementado en un 25%; pero los sueños y la felicidad humana se han reducido en el mundo, a tal punto que el suicidio prevalece en gran escala, no solo en naciones denominadas subdesarrolladas o “en vías de desarrollo”, sino en otras  con mayor alcance económico y social.
 
En su artículo titulado: ¿La última salida? Los suicidios aumentan a escala epidémica en el mundo, Benjamin Lichtenberg expone que en  países desarrollados, “la auto-agresión es la principal causa de muerte de personas entre 15 y 49 años, sobrepasando todos los tipos de cáncer y enfermedades cardiacas” y causa más muertes que las guerras, asesinatos y desastres naturales combinados.
 
Añade el autor que este año los Estados Unidos podrían llegar a la sombría marca de los 40 mil suicidas en un año, marca mundial considerada “herida letal” en uno de los países más poderosos del orbe.
 
En otro punto del orbe,  República Dominicana, con un crecimiento económico más visible en la región, presenta estadísticas alarmantes que revelan  una cifra de más de 500 suicidios al año por diferentes causas (el 65%  de las víctimas son adolescentes y jóvenes).
 
De manera que los alcances y satisfacciones materiales no parecen detener otras fuerzas negativas que lleven a las personas al penoso trance de querer morir, aunque el tema merezca análisis multifactoriales.
 
Consumo…
Si  resumimos  los términos consumo y consumismo, recordamos que el  primero simboliza la acción y efecto de gastar todo tipo de productos y “satisfacer las necesidades presentes o futuras”, a la vez que y se formula como “el último proceso económico”.
En el caso del  consumismo los autores del blog emimarjua  suscriben que: “Se utiliza para explicar la vida ejemplificada por la idea: ¨cuanto más consumo, más feliz soy¨, y en concreto, el consumo excesivo de bienes y servicios.
 
“Una manera distinta de interpretar la palabra ¨consumismo¨ es considerarla: como una crítica a la organización de la economía de una sociedad, que se puede decir que ¨despilfarra¨ ciertos recursos”.
 
Datos ofrecidos por el Banco Central señalan que el Índice de Precios al Consumidor (IPC),  concluyó en un 3,07% en el país,  en las dos terceras del presente año y que durante el último año, la inflación (medida económica que indica el crecimiento generalizado de los precios de bienes, servicios y factores productivos dentro de una economía en un periodo determinado), desde septiembre de 2012, culminó en 5,30% y para el cierre de 2013, proyecta un IPC del 5%.
 
Lo interesante es que  el costo de «la cesta de productos de una familia”, en la sociedad dominicana es cada vez más elevada y su economía es de las más dinámicas en la región, aunque no siempre se corresponda con las realidades de una población cuyo índice de pobreza aumentó al 42,2% del 2010 al 2011, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
 
Paradojas
El propio  Banco Mundial ha confirmado que “el mercado interno dominicano es de los más grandes en Centroamérica y el Caribe”.
El Plan Estratégico Institucional (Pro Consumidor) 2012- 2016, esboza que durante la última década, los patrones de consumo de los hogares dominicanos han experimentado un mejoramiento en sus niveles y su composición, gracias al crecimiento económico y la estabilidad macroeconómica… Sin embargo, la persistencia de la desigualdad socioeconómica, de altos niveles de desempleo, la vulnerabilidad ante los desastres naturales, la insuficiente asunción de la responsabilidad social empresarial, ciertas debilidades institucionales del Estado y la dependencia de las importaciones, constituyen serias amenazas para la expansión del desarrollo socioeconómico y la gobernabilidad democrática.
 
El costo promedio de la canasta familiar asciende a RD$23,042.65 y varía entre RD$ 10,407.00 en el primer quintil de ingresos y RD$48,665 para el quintil de mayor ingreso. Las diferencias sociales no dejan lugar a las dudas.
Informes reflejan que un hogar promedio gasta 25.1% de sus ingresos en productos alimenticios  y bebidas no alcohólicas, mientras que un 11.6% se dedica a gastos de la vivienda, 17.95% en transporte y 3.74% en educación, entre otros.
 
Aunque se espera que la implementación de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030, posibilite la superación de estos desafíos socioeconómicos, políticos y culturales, la realidad marca que una parte de la sociedad consume arbitrariamente; en tanto que, de acuerdo con el Informe de Seguimiento de 2010 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), habrá que esperar el 2015 para que el nivel de pobreza extrema se reduzca a 5.4% y el resto, sin excederse, pueda consumir lo necesario.
 
 

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