LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
baEn momentos en que todas partes del mundo se apuesta y se aboga por que mejoren y se incrementen los puestos de trabajo de calidad como respuesta a la crisis global que nos afecta, en la Republica Dominicana conforme las estadísticas hemos ido descendiendo en ambos aspectos fundamentales para el desarrollo nacional.
En los últimos años la informalidad y la baja calidad del empleo han campeado en el mercado laboral y económico de nuestro país y eso ha sido motivo de preocupación de las autoridades y fundamentalmente del presidente de la Republica Danilo Medina, quien se ha quejado de los bajos salarios que devengan nuestros trabajadores.
De frente tenemos un incipiente mercado inmobiliario impulsado por la ley de fideicomiso y el uso de los Fondos de Pensiones de los Trabajadores al cual pretenden acceder una gran cantidad de empresas y profesionales del sector de la Construcción, que no previendo el riesgo que representa el tomar prestados esos recursos se afanan por competir en desarrollar proyectos que en el futuro podrían convertirse en dolor de cabeza para todos.
Valdría la pena reflexionar en torno a la crisis inmobiliaria que afectó a los Estados Unidos, entre 2007 y 2008, producto de que a quienes se les otorgaron préstamos para la adquisición de viviendas no pudieron cumplir con las obligaciones de pago impuestas por los bancos, debido a los bajos salarios que percibían y eso produjo la hecatombe económica que todos conocemos y padecimos.
Esa es la misma realidad que vive hoy la Republica Dominicana de incursionar de manera decisiva en la Construcción masiva de viviendas, sin mejorar las condiciones salariales y de trabajo de quienes motorizan la economía nacional, que son los trabajadores que sirven al Estado y al sector privado, cuyo poder adquisitivo no se encuentra a las alturas de las ofertadas inmobiliarias que se han planteado.
Sin embargo, ese desalentador panorama que se registra en el campo laboral dominicano tiene varios orígenes que se fundamentan en el modelo económico cuasi esclavista que se ha implantado en el país y que hasta el momento no ha podido ser roto por ningún gobierno, a pesar de lo consciente que han dicho estar los presidentes de lo nocivo que ha sido para el desarrollo de las familias y la nación.
Se trata de una añeja mentalidad que se apoderó hace muchos años de una parte de la cúpula empresarial dominicana que no entendió la importancia y necesidad que representa el capital humano, no solo para el desarrollo de la familia y la economía nacional, sino también para la eficiencia de la producción y el crecimiento de la empresa.
Por esa razón, vimos que en principio cuando en la Republica Dominicana comenzaron hacer su presencia las empresas transnacionales, los trabajadores criollos se esforzaban por conseguir puestos de trabajo en las empresas recientemente instaladas o en las adquiridas por esos consorcios, debido a las marcadas diferencias salariales y condiciones laborales que las mismas proveían al trabajador.
Hoy día esa situación ha cambiado y muy por el contrario, las pocas empresas de factura nacional que se encuentran sirviendo al mercado laboral nativo están ofreciendo mejores condiciones salariales y laborales a los trabajadores dominicanos que la mayoría de las transnacionales.
Los estudios más recientes que se han hecho sobre las preferencias laborales en la Republica Dominicana apuntan a que la mayoría de los trabajadores de nuestro país prefieren trabajar en instituciones criollas como el Banco Popular Dominicana o en cualquiera de sus filiales y en algunas universidades privadas de la nación y no en ciertas empresas transnacionales donde cada año se recortan los beneficios a marginales y derechos laborales a sus servidores.
Eso ha sido posible, no a las políticas originales de las empresas multinacionales, pero sí al asesoramiento que han recibido sus ejecutivos principales de expertos y empresarios dominicanos que se dedican a este tipo de orientaciones que en definitiva lo que persigue es aumentar las ganancias del inversionista y la miseria del trabajador y del pueblo dominicano.
Mientras tanto, nadie se ha percatado del rumbo que llevan nuestras empresas y el mercado laboral dominicano y han ignorado que conforme pasa el tiempo seguimos perdiendo terreno en ambos campos, porque son muy pocas las empresas de cuño dominicano las que nos están quedando para recuperar el tiempo perdido.
Basta con señalar que hasta el momento han desaparecido las empresas líderes y simbólicas del dominicanismo del mercado laboral criollo como fueron: Cervecería Nacional Dominicana, Embotelladora Dominicana, Compañía Dominicana de Teléfonos, Telepuerto San Isidro (TRICOM), Brugal y Compañía, entre otras que han contribuido, no solo a la pérdida de empleos, sido a la reducción de calidad y productividad de nuestro país.
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