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Paros: ganancias y pérdidas

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La imagen dice, como sabemos, más que miles de palabras: el anciano camina con la dificultad por sus muchos años y la falta de oxígeno debido a una enfermedad que no encuentra- de momento-, alivio, o al menos quien intente atenuarla. Frente a él, filas de galenos, con sus representativas batas blancas, no lo ven…
 
Las decisiones de paros, huelgas y marchas son parte de las maneras de luchas reivindicativas por hacer valer los derechos que los trabajadores exigen a los gobiernos. Por lo tanto, no es ni mucho menos una violación, sino eso: una forma de expresar lo que no anda bien. Pero, en el caso de la salud pública todo lo concerniente a esta realidad se agudiza.
 
El paro de labores, convocado durante 72 horas por el Colegio Médico Dominicano (CMD), fue acogido por los médicos y enfermeras, quienes dejaron, de inmediato, sin consulta a miles de pacientes.
 
El llamado al diálogo por parte del Ministerio de Salud Pública a los dirigentes gremiales y la posibilidad de que se logre un reajuste salarial debía servir de acicate, precisamente para eso: para dialogar y entender que la suspensión de las consultas afecta a esas humildes personas que acuden a los hospitales públicos quienes, como el anciano con el cual iniciamos estas líneas, está supeditado a que funcionen los mecanismos de atención primaria y una medicina de familia o comunitaria que está muy lejos de la realidad.
 
El problema no se soluciona con que la presidenta del gremio, Amarilis Herrera, entregue la presidencia del Colegio Médico; ni tampoco con los posibles esfuerzos del ministro Freddy Hidalgo para lograr el añorado y necesario reajuste salarial. Se requieren resultados, acciones, y la pregunta sigue siendo- tomando como punto de reflexión el fiel de la balanza-, qué se gana y qué se pierde con estos paros. ¿Qué se ha logrado hasta el momento?: al parecer nada. Se pierde la confianza en las autoridades y la sociedad, sobre todo esos pacientes de escasos recursos, siguen esperando ver la luz al final del túnel.
 
Sea cual fuere la respuesta, se está pagando un alto precio. Como señala la Constitución de la República: el derecho que tienen los ciudadanos a protestar, debe ser respetado. Tal vez, algún día no sea necesario usarlo, porque los gobernantes cumplirán eficientemente con sus obligaciones… ¿Demasiada utopía o fe en el futuro? La salud, todos y todas lo sabemos, implica la vida, y esta no puede estar en juego.

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