El mundo envejece, los seres humanos arribaron ya, como conocimos, al habitante “siete mil millones”, y el primer día de octubre, en ocasión del Día Internacional de las Personas Mayores, se esgrimió el tema de: “El futuro que queremos: lo que dicen las personas mayores”, elegido “para llamar la atención sobre los esfuerzos que están desplegando las organizaciones de la sociedad civil, de las Naciones Unidas y los Estados miembros para incluir la cuestión del envejecimiento en la agenda de desarrollo internacional”.
Seguimos el paso de una crisis global que ha hecho a esas instituciones mundiales preocuparse más por el tema; sin olvidar aquel informe titulado Las Perspectivas de la Población Mundial, mediante el cual advertían sobre el continuo ascenso de la masa demográfica del mundo, pues según cálculos, unas nueve mil 300 millones de personas existirán en 2050 y más de 10 mil millones a finales del presente siglo.
Todo lo anterior lleva a reflexiones impostergables, ya que habrá que invertir y mejorar las condiciones de salud, infraestructura y los servicios que requieren las personas y la pregunta es ¿cómo se darán los cuidados requeridos a las personas envejecientes?
Esto implica un desarrollo en la educación, la tecnología, y en todos los renglones. Los retos demográficos, sociales y económicos se abren paso. La energía eléctrica, el uso del agua y la proliferación de alimentos están conectados por la dinámica de la producción.
El planeta enfrenta un gran reto: crecemos, pero la indisciplina mundial afecta el medio ambiente y a la madre tierra en general. Como se ha dicho, el futuro dependerá del comportamiento del llamado índice de fecundidad. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, anunció que el nivel de siete mil millones alcanzado es dos veces y medio superior a la población existente en el planeta hace solo seis décadas.
No hay dudas, más allá de las cifras urge alcanzar ese sueño de un desarrollo con equidad y el otro, aún más lejano: cerrar la brecha entre ricos y pobres. Pero, en medio de todas estas propuestas, el círculo de las ancianas y ancianos se sigue estrechando, aun cuando vemos que ya son mayoría.
El tema del envejeciente
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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