Desde que nuestras capacidades fueron instruidas, aprendimos e hicimos nuestra la expresión de que “Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están por naturaleza de razón y conciencia, y que deben conducirse fraternalmente los unos con los otros”.
Este principio fundamental de los Derechos Humanos, señala las libertades y prerrogativas que son inherentes a todas las personas. Hacer de estos derechos una realidad, depende en gran parte, del empeño y esfuerzo que cada individuo se proponga en lograrlo. No se equivocó el presidente Kennedy cuando nos decía que no debíamos preocuparnos por lo que el estado haga por nosotros, sino preocuparnos cada uno, por lo que hagamos para nosotros mismos.
Haití, en pleno siglo 21; y muy a pesar de encontrarnos en el tercer milenio de la era cristiana, sigue navegando en el mar de la pobreza, sin entender aún, que ellos mismos son los que tienen que construir su propio destino.
Se empeñan en propiciar campañas de descredito contra la Republica Dominicana, en contubernio con organizaciones nacionales y extranjeras; y ante esta realidad, es preciso que el espíritu nacional de los dominicanos se imponga por encima de las pasiones políticas y que el ideal patriótico sea el norte que señale el camino.
Ante la demanda que cursa en la Corte Interamericana de los derechos Humanos por el Sr. Williams “Medina Ferreras”, guardo la convicción profunda de que los honorable Magistrados de la Corte, al momento de dictar su veredicto, prime la sensatez con la que deben operar estas instituciones, y en particular esta, que es sin duda un espacio importante en donde acudimos, mas allá de nuestras fronteras, en momentos de ostracismo, en busca de una justicia verdadera.
El nacional Haitiano,(perdón) Dominicano, peticionario ante la Corte, que busca que le sean resarcidos sus “derechos”, es quien carga con el peso de probar sus alegatos. Pero este, durante el proceso parecía marioneta, torpemente manejada por esos sectores, que siempre han procurado justificar los recursos, que a esos fines les inyectan instituciones extranjeras y que estas, no terminan de entender, que la suerte del hermano pueblo haitiano, no es solo una responsabilidad de los dominicanos.
Siempre he lamentado el deplorable accionar de muchos compatriotas, que en un desmedido chauvinismo se refrieren al pueblo haitiano con sesgo racista. Declaro mi indignación con este tipo de proceder desfasado, ya que en estos tiempos lo que se impone en todas estas sociedades globalizadas, es la inclusión social en todas sus manifestaciones. Inclusión y diversidad que debe ser regulada por las normas establecidas por las sociedades civilizadas.
Ante la ausencia de una frontera física, una frontera legal es urgente y necesaria para las dos naciones. Es muy lamentable que a raíz de todo esto, el Tribunal Constitucional haya dictado una sentencia, que independiente de cualquier cuestionamiento, en lugar de recibirla con vítores y aplausos, lo que ha logrado ha sido dividir en dos mitades a la sociedad. La conformación cuestionada desde un principio de las altas cortes por parte del ex presidente Leonel Fernández, le resta fuerza moral a sus decisiones. Aquellos polvos han traído estos lodos, reza el dicho popular.
Toda conducta xenófoba debe ser erradicada desde su raíz por retrógrada, anti cívica y dañina a la conciencia nacional, pero los dominicanos no podemos perder en la paz lo que con grandes sacrificios ganamos en la guerra; y esto nos concierne a todos por igual sin ningún tipo de distingos partidista. En el año del bicentenario del nacimiento del patricio ha revivido el fervor patriótico. ¡QUE VIVA LA REPUBLICA DOMINICANA!
Homeroluciano1@yahoo.com.
¡A quien concierna!
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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