La televisión nos presenta un retrato sin retoques de lo que sucedió en la Cámara de Diputados. El legislador Winston Arnaud se pregunta ¿Dónde están los libros? Identifica las escuelas que no lo han recibido. Dice estar preocupado por los alumnos que no pueden estudiar. A su lado, detrás, dos diputados ríen, gesticulan en una chercha que de seguro, por la proximidad, el diputado Arnaud oía.
Un tercer diputado detrás de él conversa por un celular. Arnaud termina su turno y el doctor Abel Martínez presidente de la Cámara que ha estado escuchándolo con atención le contesta y Arnaud está de acuerdo y se sienta entre los dos cherchosos.
Lo que no entendimos es el porqué el doctor Abel Martínez no expresó “honorables silencio”. Realmente los diputados mostraron ser ineducados, ignorantes del yo moral, del autoconocimiento de sí mismos, gozaban del irrespeto a la dignidad humana. Fue una escena de falta de responsabilidad, el doctor Martínez no ejerció el control de conservar las buenas costumbres en una sesión de esa Cámara. Están alejados del evangelio de la vida. No respetan, por eso no aman.
Ser diputado es un cargo de dignidad, responsabilidades, obligaciones que la ley moral requiere y exige. La mala conducta se lo lleva todo con un remolino de ideas desconsideradas en la mente. Vergonzosa escena de lo malo, alejados de las normas, principios y valores de acuerdo con el cual se regulan las relaciones mutuas entre ellos. No se anclan en el amor de la vida en hermandad. Centrarse en la conciencia de la verdad para decidir y legislar para el bienestar.
El diputado Arnaud escucha las voces de los deberes y expone ideas en búsqueda de salvar faltas que perjudican la instrucción escolar.
Detuve el bolígrafo, la mente sigue observando la escena de los diputados, las neuronas responden con Antístenes durante el juicio contra su maestro Sócrates. “Señor juez, los pueblos que no distinguen los hombres buenos de los malos están perdidos”.
Meditabundo. Diputados ineducados indignos
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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