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¿Por qué no dejan…?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Si bien la Comunidad del Caribe (Caricom), y otras instituciones u organizaciones internacionales están en desacuerdo con la decisión del Tribunal Constitucional (TC), que establece las condiciones para acceder a la nacionalidad en el país, y en el caso de la primera, ya hubo acciones como fue la suspensión de la solicitud hecha por República Dominicana para incorporarse a ese organismo, lo cierto es que debía darse tiempo a que las naciones implicadas directamente con la disposición solucionaran todo, sin que el resto del mundo se involucrara; no hay que olvidar que constantemente tienen lugar hechos de tal envergadura y nadie justificaría, por ejemplo, que el gobierno dominicano se interpusiera a las normas migratorias impuestas por los Estados Unidos a los indocumentados, u otras medidas adoptadas en Europa, etc, etc.
 
El ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, hizo pública oficialmente la decisión de la administración de Medina y expresó “que el gobierno haitiano ha roto el acuerdo que firmamos la semana pasada, en el que se priorizaba el diálogo entre los dos países para la búsqueda de soluciones ante cualquier asunto de nuestra agenda común y, en consecuencia, no acudiremos a la reunión. Haití ha preferido tomar otro camino y eso pone fin a nuestras conversaciones, en estos momentos”.
 
Montalvo se refiere al encuentro que tendría lugar este sábado 30 de noviembre en Caracas y, lamentablemente, lo que marchaba “sobre ruedas”, al menos diplomáticas y de comprensión mutua, ahora pasó a otro plano que solo daña las relaciones entre ambos países que, necesariamente, tienen que mejorar, por cercanía geográfica, por lógica de vecindad y más…
 
En el decir del autor del libro de Pastor Vásquez Frías, ¡Éxodo! Un siglo de migración haitiana hacia República Dominicana,  “necesitamos personas que trabajen para llevar calma,  comprensión   y que mejoremos  la forma de comunicación”, de lo contrario, las fuerzas se mantienen cada vez más divergentes y ese estado de cosas no beneficia a nadie; ni tampoco a la comunidad internacional que intenta opinar al respecto.
 

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