Un grupo de enfermos sometido a diálisis cada dos días en el Hospital Padre Billini, en esta capital, debió enfrentar el riesgo de morir por la suspensión de este servicio durante los días de Navidad y Año Nuevo.
La interrupción fue ordenada por el nefrólogo César Esquea Bodden, director de la Unidad de Hemodiálisis del Billini, quien alegó que ese personal debía descansar en estos feriados.
El aviso fue publicado en la puerta de la Unidad un día previo a la Navidad, lo que impidió que los citados para esa fecha se enteraran de la decisión, en cuyo caso se presentaron para someterse al tratamiento, pero al llegar se percataron de que el personal estaba de rumba.
El impacto psicológico de los pacientes, al enterarse que no serían asistidos, agravó más su condición de salud, lo que empeoró por la imposibilidad de buscar asistencia en otro hospital público ó centro privado.
Sus piernas hinchadas por la acumulación de líquido ni siquiera les permitían movilizarse, al punto que algunos debieron ser llevados por el personal del Billini en sillas de ruedas desde el Parque Independencia a dicho centro asistencial, unas cuatro cuadras aproximadamente.
El escenario se observó en las calles de acceso al referido hospital y en la parte frontal de la Unidad, donde a diario dializan a unos 200 enfermos.
Los afectados, quienes se negaron a ofrecer sus nombres por temor a ser reprochados, explicaron que excederse en la fecha del tratamiento puede ocasionarles la muerte debido a que el organismo se deteriora por la retención de impurezas.
Criticaron que una asistencia de esa naturaleza sea paralizada en un día feriado, ya que el personal de salud debe estar disponible 24 horas, los 365 días del año. Todos estos enfermos son protegidos por un programa de asistencia del gobierno.
Esta errónea práctica también se observa durante el asueto de Semana Santa.
