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“Sólo la muerte separa al artista del arte”

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Fue aquella mañana que Rosita Martínez, la madrina, miró el vientre de la madre y dijo segura: “Será un gran artista y le llamaremos Songo”.
Poco después, el 20 de junio de 1929, María de la Cruz García, trajo al mundo un inquieto bebé. Nacía en el barrio de San Carlos, de la capital dominicana, para su pueblo y para el mundo, Juan Francisco Santana, “con la melodía por dentro”, como él mismo afirma.
Su padre, Rafael Santana, fue el primer artista en grabar un disco con la RCA Víctor en la República Dominicana y siendo aún muy pequeño el niño, sentenció que le sustituiría en la música.
Autodidacta, voluntarioso, optimista, versátil y, sin duda, talentoso, su primera actuación tuvo lugar siendo apenas un niño.
“Trabajaba haciendo mosaicos y ganaba apenas 1 peso y medio a la semana. Pero yo veía siempre a mi hermano mayor, a quien consideré mejor cantante que yo. Tomaba su guitarra cuando él no estaba y me ponía a tocar. Nunca supe cuáles eran, ni cómo se llamaban esos tonos, pero los aprendí de memoria.
“Un día Luís Martínez, del Septeto Moderno, me fue a buscar para que tocara. Esa noche gané 3 pesos y poco después 6 y así…Una mañana, muy tempranito, cuando mi madre me despertó para que fuera al trabajo de los mosaicos, le dije: Allí no vuelvo más, mamá, yo sigo en la música. Y así ha sido hasta nuestros días”.
Sesenta y cinco años en la vida artística; un día, a finales de la década del 40, un famoso locutor redujo su nombre para que fuera más radiofónico: Francis Santana. Desde entonces el pueblo dominicano y el mundo entero lo conoce como: Francis Santana, el Songo.
“Desde los años 40 ando por las tablas”, dice sonriendo, luego de recibirnos con ese afecto criollo que emana de seres capaces de dar tanto de sí mismo. Francis Santana es, sin duda, una de las glorias más importantes de la cultura dominicana.
¿Por qué cree usted que le llaman “el más completo” de los cantantes dominicanos?
“Es que en aquella época que me inicié, todos los que cantábamos lo hacíamos en cabaret. Entonces, recuerdo que si entre el público había un cubano y me pedía un son, pues yo se lo interpretaba, y de la mejor manera. Si era argentino y quería un tango, lo mismo. Y así era con todo lo que me solicitaba el público, En realidad yo soy ¨el papaupa¨ de los cantantes dominicanos”.
La risa se explaya, una y otra vez por el hogar, donde le acompaña su esposa Lilian Manzano y una nieta de cuatro años, Natasha Sánchez, futura artista, como ella misma ha determinado desde ya. Sus cinco hijas, doce nietos y tres biznietos integran esa familia que adora y le ayuda a recuperar cualquier dolencia, como esta que le afectó recientemente y le llevó hasta el hospital de Kentucky, donde le operaron, recientemente y le pusieron un nuevo marcapaso.
¿Sintió miedo a la muerte?
Mire, son situaciones difíciles, pero le digo a usted y a mi pueblo que sólo la muerte separa al artista del arte. Uno de los doctores que me atendió dijo que había Francis para rato. Yo repito que queda Songo por mucho tiempo. Es que somos los Tres que tiramos a pedro entre el pozo: Vinicio Franco, Frank Cruz y yo. Aquí estamos y seguimos.
“Me mantengo activo, en bailes, en programas televisivos y actuando con mi orquesta. En verdad, me siento muy realizado, feliz. No puedo pedir más a la vida. Nunca he hecho daño a nadie y me conservo fuera de los vicios modernos, que son los que llevan a uno al fracaso. Tengo la dicha de contar con amigos que me quieren y me llaman hermano”.
– ¿Qué lugar ocupa el merengue en su vida?
“Quiero mucho mi música. Sigo cantando Merengue y lo haré hasta el último de mis días. Si me preguntas cuál es el preferido de cuantos he interpretado, te respondo con una larga lista: Anoche soñé, El negro feliz, Carmela linda, La chiva blanca, San Antonio. Todos son mis preferidos. Pero, si le digo la verdad, lo que no soporto es el llamadoMerengue de la calle, Lo considero un desorden. Nadie puede bailar dos piezas seguidas porque le da un infarto.
“Nosotros tocamos merengue para todos los gustos. No todos lo pueden cantar, pero si lo pueden bailar. Por suerte, algunos contemporáneos como Héctor Acosta, Rubby Pérez, Sergio Vargas, entre otros, lo hacen bien”.
– Usted ha representado a la República Dominicana en importantes eventos internacionales, entre ellos, Boleros de Oro, en Cuba, donde han comparado su voz con la de Benny Moré ¿Qué lugar ocupa este género musical en su carrera artística?
“Muchos me han catalogado como la Voz de oro. Me han llamado así. Es que yo comencé a cantar con Antonio Morel y él me puso a interpretar todos los géneros. Aprendí bien y tuve entre mis grandes amigos al mismo Benny Moré.
“El bolero no va a caerse nunca. Antes, uno aprovechaba para apretar a su noviecita en un mosaico, mientras bailaba una de esas piezas antológicas. Ahora no hace falta que sea así, pero, ¿cómo cree usted que pueden olvidarse canciones como: Hay noches; Te felicito; Y si mañana; Confundido; Amor sin esperanza…?
– ¿Todas han sido grabadas por usted?
“Sí, esas, entre muchos otros boleros. Ah, y para nada pensar que soy un viejo. Cuando me dicen algo así, digo que para viejo el Siboney…”
Otra vez las risas y ese hablar constante de sueños y expectativas. Por ejemplo, el Songo espera contar con algún patrocinio para ofrecer un baile mensual con su orquesta.
Asegura Francis Santana, que si aparece una casa disquera, su ilusión más grande es esta de grabar un disco con ese otro gigante de la cultura dominicana que es Rafael Solano.
Todavía hay añoranza en el mundo entero por reeditar aquel disco grabado a finales de los setenta con Víctor Víctor y titulado “El Son de la Felicidad”.
Para el gran dominicano que debutó en la década del 40, con el Trío Taylor en la radio nacional y en 1947 grabó su primer merengue, titulado Límpiate el bozo, con la orquesta Antillana de Antonio Morel, los decenios que han seguido dan constancia de una obra creativa e infinita.
En la amplia lista de sus 30 long play y unos ocho CD, aparecen temas como Salve San Cristóbal, de la autoría de Enriquillo Sánchez, Lamento náufrago, de R. Campos Miranda y Massá Massá,, pieza del folklore haitiano, así como otros temas de la vieja trova cubana.
Sin descontar esos memorables dúos con los también afamados y prestigiosos cantantes dominicanos Rafael Colón, “la espiga de ébano” y Víctor Víctor, de los cuales surgieron discos que atesoran una gama de géneros, donde brillan con autenticidad y esplendor temas quisqueyanos y de otras partes del mundo.
Francis Santana, el Songo, es ante todo, un símbolo de tradición y dominicanidad. Es, además, un ejemplo para los artistas del Continente y del mundo, empeñado en continuar trabajando, en grabar nuevos discos en cuanto aparezcan los recursos necesarios.
Cantar con sonido y no dañar a nadie, son máximas que enarbola en su cotidiano andar. “Siempre he sido un soñador”, concluye y reserva para el final este mensaje a los jóvenes músicos: “no beban por la nariz, ni fumen tabaco fino. Hay que mantenerse fuera de los vicios para no llegar al fracaso”.

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