Resulta injusto que sólo cuando muere un caudillo (sea o no gran farsante o dudoso prohombre de muy conocidos secretos ominosos), un jerarca religioso de inconfesados pecados, o un gran difunto del mundo, es cuando nos declaramos en duelo y bandera a media asta.
¿Por qué no hacemos lo mismo cuando muere un gran artista popular como Francis Santana, El Songo, que nunca debió morir, porque con él muere un poco el bolero, el merengue y el son y todos quedamos huérfanos de su canto? (Mientras tanto, yo sumo más duelo a mi duelo).
