André Vloebergh, terminó su prolífera vida en el año 1987 y 10 años después con diferencias de meses, se celebra en Roma la Cumbre Mundial sobre Alimentación, organizada por las Naciones Unidas, cuya Declaración Final muestra una gran preocupación por la inseguridad alimentaria y por la gran cantidad de seres humanos que no disponen de alimentos para satisfacer sus necesidades nutricionales básicas, preocupación denunciada categóricamente en uno de los lineamientos estratégicos de dicho documento, que dice: “Los problemas del hambre y la inseguridad alimentaria tienen dimensiones mundiales, y es probable que persistan e incluso se agraven dramáticamente en algunas regiones si no se adopta con urgencia una acción decidida y concertada, dado el incremento de la población mundial previsto y la tensión a la que están sometidos los Recursos Naturales.
Al celebrarse en la ciudad de New York, la Cumbre para el Desarrollo del Milenium, organizada por las Naciones Unidas, son ratificadas estas ideas y principios, enfocados a erradicar el hambre en el planeta, de manera categórica en su objetivo No. 2 que se refiere de manera específica a reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas que sufren hambre, para lo cual es fundamental la seguridad alimentaria. Y aproximadamente 25 años después de su muerte, se celebra en Buenos Aires la XXXII Conferencia de la FAO, cuya agenda tuvo como tema principal discutir la Seguridad Alimentaria y Nutricional, lo que solo podría lograrse con aumento de la producción agrícola como lo concibió el Maestro André Vloebergh.
A casi tres décadas de su desaparición, las ideas de André Vloebergh siguen vigentes en el sentido de que la eliminación del hambre solo podrá obtenerse con la seguridad alimentaria, el incremento de la productividad por unidad de superficie y la creación de entidades docentes y académicas comprometidas con la producción agrícola.
Por consiguiente, resulta inexplicable el desprecio y el resentimiento manifiesto del autor del libro hacia su profesor, quien sin tapujos lo llega a considerar retrograda, caso insólito pocas veces visto en la historia docente y académica de la República Dominicana, afirmación con las que no están de acuerdo con discípulos, con los cuales me he reunido y que según ellos, esta actitud tiene origen en la negativa del Profesor André Vloeberghde recibirlo en su residencia, molesto porque el autor del libro no asistía con frecuencia a las prácticas de campo, y porque, además, se sentía decepcionado por las actitudes discriminatorias del grupito hacia sus compañeros y preocupado también por las andanzas non sanctas de algunos de ellos, en una de las cuales encontró la muerte el estudiante Alberto Meyreles en un accidente automovilístico, ocurrido en la zona sur del país, a quien en el momento de su muerte, escribí mi poema: Y ahora tú Alberto, el cual al ser presentado a la crítica literaria María Ugarte para fines de publicación en la página literaria del periódico El Caribe, me expresó que ese poema escrito con sentimientos tan profundo le hacía recordar al poema La hija Reintegrada de la autoría del creador del Postumismo en la República Dominicana Domingo Moreno Jiménez (Padre del Dr. Guillermo Moreno), del que presento a continuación el siguiente fragmento: Y ahora… Ahora tú Alberto / Ahora en abril tenía que ser / Como para que se cumpliera la sentencia / La sentencia del poeta / /Sí Alberto / La sentencia / La amarga / La trágica / Las palabras premonitorias del poeta/ Sí Alberto del poeta T. S. Elliot / De que abril es cruel / El mes más cruel/. /Ahora te tocó a ti Alberto / Todo muerto y ahora tan distante /Todo sonrisa y sin sonrisas ya / Todo indescifrable silencio/ Todo muerto como viviendo /Todo dolor como sintiendo/Todo palabra y sin palabras / Como queriendo decir verdades /Como queriendo esconder vergüenzas / Y todo esto a pesar de tus flores, abril / Y todo esto a pesar de tus luces, abril / Todo esto a pesar de tú historia, abril…/
La trayectoria, el conocimiento, el análisis de su vida, y el afán por la ciencia y la investigación reconocido a nivel nacional e internacional, hacen de André Vloebergh un hombre excepcional y un ejemplo a seguir, por lo que, ya muerto, sus restos son merecedores de más respeto y mayor consideración. Solo mentes enfermas y corazones frustrados por fracasos en su vida social, económica y profesional son capaces de engendrar ideas funestas y perversas como las que aparecen en el libro Solo mueren los que se olvidan donde se detallan las hostilidades, diatribas y mofas que tuvieron que soportar muchos condiscípulos acerca de rasgos físicos, origen familiar y social, conducta personal, situación económica y lugar de residencia, acciones discriminatorias matizadas por un racismo que no solo se limitó al campo universitario, si no que el mismo transgredió el fuero y la frontera física de esa Casa de Estudios, para embadurnar honras bien ganadas de personajes de la vida social dominicana y hasta el liderazgo político nacional.
Es evidente que todas estas cosas harán un daño innegable a la reputación técnica y profesional de miles de ingenieros agrónomos, que hoy prestan honestamente y con responsabilidad sus servicios en instituciones públicas, empresas privadas, universidades, consultoras, organismos multilaterales, embajadas, agencias bilaterales de cooperación, central romana, institutos de investigación y otras entidades ligadas a la problemática agrícola de la República Dominicana. Pero también las mismas mermarán el prestigio alcanzado por la Facultad de Agronomía y Veterinaria, logrado gracias a la labor abnegada de sus autoridades y profesores, conscientes de su misión y el compromiso con la formación y desarrollo profesional de sus estudiantes. Cosas increíbles. Pero… veredes Sancho.
