El narcotráfico sigue siendo “uno de los mercados globales más atractivos que jamás ha existido” y constituye un problema social que también se libra por el control político, incluyendo influencia sobre policías y militares en general. “Los carteles compran la lealtad y hasta el alma de las autoridades a cambio de puñados de dólares”, plantean fuentes consultadas al respecto.
En el país los casos de drogas, siguen ocupando unos de los primeros planos en el ámbito judicial. La colega Anny Duarte escribe que “la guerra contra el narcotráfico en República Dominicana no ha tenido tregua desde que fue declarada en el 2007, durante el gobierno de Leonel Fernández, para la cual se ha invertido más de 200 millones de dólares en operativos y US$98 millones en la compra de ocho aviones Súper Tucanos”. Sin embargo, la cantidad de sustancias prohibidas decomisadas desde enero a noviembre del 2013, por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), deja mucho que desear.
Las autoridades discuten, debaten e intentan medidas a costa de lo que sea, porque este flagelo corrompe sociedades y avanza por puertos, vías terrestres y aeropuertos, contrarrestando los esfuerzos antidrogas.
Se habla de debilidades en la justicia, falta de recursos, carencias en la región y también se menciona cómo en los Estados Unidos el 9 por ciento de la población consume drogas, aunque algunos afirman que son muchos más los adictos.
En América Latina mueren por producir lo que los norteamericanos consumen. Los políticos no logran solucionar este problema y aunque algunos hablan de legalizar el mercado como se hizo en el siglo XX, cuando la Ley Seca trajo consecuencias similares, otros plantean que tales decisiones deben estar avaladas por políticas de salud, educativas y sociales. ¿Posee la república Dominicana tales condiciones? Ni hablar.
Se trata de alianzas entre los países, sin olvidar el principio del respeto a la soberanía y la cultura de cada nación. Se espera que los miembros del sistema interamericano fortalezcan las medidas contra esa modalidad delictiva y algún día, aunque parezca utópico, los pueblos vivan con cierta tranquilidad tras los azotes de la narcomafia en sus territorios.
Narcos ayer, hoy, ¿mañana?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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