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Primer Campeonato Mundial de Fútbol, Uruguay 1930

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Poco a poco, paso a paso.
 
El Mundial de Fútbol masculino es uno de los eventos deportivos más importantes del planeta a nivel de selecciones nacionales. Por otro lado, es también uno de los torneos de mayor convocatoria de público, que es organizado, cada cuatro años, por el ente máximo de Fútbol Mundial denominado FIFA.
 
Luego de una fase eliminatoria treinta y dos selecciones de todo el mundo llegan con la gran ilusión de subirse al podio y levantar finalmente la “Copa Mundial de FIFA” o la “Copa del Mundo” como sencillamente se la conoce.
 
Quizás el primer chispazo de un Mundial de Fútbol tuvo lugar en Londres en el año 1872, en un partido que disputaron las selecciones de Inglaterra y Escocia. Era la primera vez que se realizaba un partido de este nivel. Luego de aquel memorable partido de 1872 siempre quedo en el aire la idea de organizar un pequeño torneo que involucrara a más selecciones, pero siempre fueron tibios intentos y no hubo nada firme y concreto hasta los primeros años del siglo XX. Hasta ese entonces el deporte era desconocido fuera de Gran Bretaña, pero con el paso de los años la disciplina fue tomando mayor popularidad logrando arraigarse en diferentes partes del mundo.
 
Luego de la fundación de FIFA en el año 1904 sus miembros pensaron firmemente en organizar un torneo mundial, pero por ese entonces el organismo no contaba ni con los recursos económicos ni con la infraestructura para realizar un evento de tal magnitud.
 
Por esta razón en 1906 el dirigente holandés Hirschman le pide ayuda al C.O.I (Comité Olímpico Internacional) y finalmente se decide incluir a esta disciplina dentro del programa de los próximos Juegos Olímpicos. También en ese mismo año se decidió organizar un certamen a nivel internacional a disputarse en Suiza, pero este ensayo de Mundial fue un fracaso total.
 
Luego de ese intento fallido en Suiza, en el año 1908 el Comité Olímpico consideró a la disciplina del balompié como disciplina olímpica oficial. Ese año también formó parte del programa Olímpico como lo había sido desde 1906. Aquí comenzaría un largo camino que nos llevaría finalmente a la organización del Primer Mundial de Fútbol disputado en el año 1930 en el país Sudamericano de Uruguay.
 
En el año 1914 FIFA decide reconocer el campeonato que se disputaba en el marco de las Olimpiadas como “Campeonato Mundial de Fútbol Amateur”, tomando la responsabilidad de organizar los siguientes campeonatos (1920-1928) dentro del marco de los juegos olímpicos.
 
El éxito de la disciplina dentro de los Juegos hizo que el presidente de FIFA, el abogado francés Jules Rimet, decidiera organizar el Primer Mundial de Fútbol.
 
Debido al gran nivel futbolístico y las medallas doradas obtenidas por la selección uruguaya de fútbol durante los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928, el presidente de FIFA en 1929, propuso al país sudamericano como responsable principal de la organización del Primer Mundial de Fútbol de la historia.
 
Es así como después de varios intentos fallidos la idea de realizar un Mundial de Fútbol iba tomando forma y por fin se hacía realidad.
 
Primeras jugadas
 
Luego de la Gran Guerra, en el año 1921, el presidente de la FIFA Jules Rimet pensó que el fútbol podría ser un buen medio para consolidar ideales de paz permanente, por eso decidió apresurar las gestiones para la realización del primer mundial.
 
El propósito de la fraternización de los pueblos quedó muy lejos, es más se produjo todo lo contrario. Casi estalló un conflicto bélico entre Argentina y Uruguay tan solo por un partido de fútbol. Recordemos que la final de este torneo se disputo entre ambos países sudamericanos en el mítico estadio “Centenario” de la capital uruguaya, donde el fanatismo y la euforia llego a niveles inesperados. Los hinchas locales agredieron a los jugadores e hinchas argentinos que habían cruzado el Río de la Plata para ver jugar a su equipo. En una ocasión el escritor Juan José Sebrelli señaló que ese mundial disputado en Montevideo por poco provocó la ruptura diplomática entre Argentina y Uruguay, ya que al término del partido se habían registrado en Buenos Aires disturbios y atentados contra la embajada Uruguaya.
 
La situación política y económica mundial en ese momento era muy complicada, por lo que las condiciones para llevar a cabo un espectáculo de tal magnitud no eran las mejores. La economía europea atravesaba un momento muy crítico. Las huellas de la Gran Guerra eran innegables. Europa estaba sumida en la pobreza por lo que era muy difícil para cada país asumir un compromiso de esas características. La situación de Argentina no era mejor. En ese momento el país atravesaba un momento político muy difícil. El derrocamiento de Irigoyen de la presidencia a manos de un golpe militar encabezado por el General José Félix Uriburu daría inicio a lo que se llamó la “década infame”, marcando un largo y oscuro camino de reiterados golpes de estado a lo largo de toda nuestra historia argentina.
 
A Jules Rimet (presidente de la FIFA) pareció importarle muy poco la difícil situación que se vivía en el mundo, por lo que decidió seguir adelante con su proyecto. Era el momento de elegir el lugar para llevar a cabo dicho campeonato. En 1929 en Barcelona, se llevó a cabo un congreso de FIFA en donde se presentaron todos los candidatos.
 
Entre los europeos se encontraron Italia, Holanda, Hungría, España y Suecia y como el único representante de América, Uruguay.
 
La candidatura de Uruguay fue apoyada en todo momento por los países sudamericanos.
 
Los países europeos se oponían firmemente al país sudamericano, pero éste corría con ventaja sobre los otros, ya que su candidatura contaba con el aval y las preferencias de ni más ni menos que del mismísimo presidente de la FIFA. Jules Rimet utilizo valiosos argumentos para defender la candidatura y la elección de Uruguay para la organización del Primer Mundial.
 
Luego de las discusiones entraron en carrera los seis candidatos. Justo en la recta final fueron desertando uno a uno los europeos, que prefirieron resignar su candidatura y darle todo el apoyo a Italia antes que perder con Uruguay.
 
La lucha por quedarse con la organización fue tan reñida hasta el momento en que el representante argentino Adrián Béccar Varela tomó la palabra. Pronunció un discurso tan sólido a favor de Uruguay, que prácticamente terminó declarando la victoria del país sudamericano sobre el europeo. Luego de ese momento Italia se retiró.
 
Los logros obtenidos en la disciplina en las dos últimas ediciones de los juegos olímpicos sumados al homenaje que quería rendirle el dirigente de la FIFA a los uruguayos, por su Centenario de la Independencia, hicieron que se eligiera a Uruguay como país anfitrión ante la disconformidad europea.
 
El sueño del primer mundial y el boicot europeo
 
En aquella primera edición la participación en el torneo no fue por eliminatorias sino por invitaciones. Luego de enviadas las invitaciones se dio un plazo determinado para confirmar su participación. La fecha máxima de inscripción fue hasta el 30 de abril de 1930 y hasta ese momento ningún país europeo dio señales de vida.
 
Las inscripciones se hicieron de manera tardía, ya que muchos países del viejo continente recurrieron a absurdas excusas para justificar su ausencia al certamen.
 
Algunos países argumentaron que Uruguay estaba muy lejos de todo, que el pasaje salía muy caro y que era mucho el tiempo que tardarían en realizar la excursión. Otros se justificaron diciendo que las costas uruguayas eran “inaccesibles”.
 
El seleccionador español adujo problemas económicos para enviar su seleccionado: “Los clubes perderán mucho dinero con la ausencia de sus mejores jugadores ya que se perderían las primeras fechas de la Liga Española”.
 
A pesar de tantas excusas y pretextos absurdos, como la caída de la Bolsa de Nueva York que impedía el traslado de algunos seleccionados, el torneo se llevó a cabo con un puñado de selecciones europeas y otras americanas. Más por obligación que por decisión propia tan solo cuatro países europeos se animaron a venir a estas tierras “inhóspitas”.
 
En aquel momento la aviación daba sus primeras luces y todavía no existían los viajes de pasajeros como hoy se lo conoce, por lo que venir a Sudamérica era muy costoso y cansador. Atravesar el océano significaba dos meses a bordo de un barco y un gasto bastante elevado para las asociaciones de fútbol de los países intervinientes.
 
El comité organizador de Uruguay estaba muy contento y entusiasmado por organizar el torneo en sus tierras, por lo que hizo grandes ofrecimientos económicos a los seleccionados europeos con tal de contar con su participación. Los uruguayos se comprometieron a pagar los gastos de pasaje y estadía de cada uno de los jugadores.
 
Por más que Uruguay se esmeró y mostró actos de suma generosidad la actitud de los europeos fue negativa. El boicot estaba en marcha. Todos sabían que la indiferencia europea era como una forma de demostrar su descontento a la FIFA por haber sido destronados de la organización. No podían creer que un país sudamericano, un país “desconocido” hubiera sido elegido para la organización de tal espectáculo y no un país de Europa. Eso era inconcebible para aquellas mentes que estaban acostumbradas a que todo se hacía y se manejaba desde el viejo continente.
 
“Conte Verde” fue el nombre del transatlántico que embarcó en la ciudad de Génova a los rumanos, en Villefranche-Sur-Mer a los franceses, en Barcelona al seleccionado Belga y en Río de Janeiro al conjunto brasileño. Dicho transatlántico culminó con su recorrido en el puerto de Buenos Aires. El seleccionado de Yugoslavia arribó a Montevideo a bordo de un barco de correo postales llamado “Florida”.
 
El boicot hubiera sido perfecto sino hubiera sido por la intervención del presidente de la FIFA. En un principio el seleccionado francés se negó a participar de la competencia, pero de una forma diplomática Jules Rimet los “invitó” a participar del certamen, ya que hubiera sido un gran papelón que el seleccionado del país del presidente de la FIFA no hubiera dicho: ¡presente! Las negativas a participar del torneo se confirmaban una tras otra. Primero España, luego Italia, y después Inglaterra. Sino hubiera sido por las gestiones del mismísimo Jules Rimet, Rumania hubiera sido otro gran ausente. La mayoría de los jugadores de fútbol del seleccionado rumano se desempeñaban como operarios de una empresa petrolera de origen Inglés. Era claro que Inglaterra tenía mucha bronca por no haber sido la elegida para organizar el campeonato, por lo que los ejecutivos de la empresa tomarían represalias con sus obreros rumanos si llegaban a asistir al mundial. Lo que no tuvieron en cuenta los empresarios petroleros es que el presidente de la FIFA, Jules Rimet, mantenía excelentes relaciones con el Rey Carlos II de Rumania. Bastó un viaje y una charla del dirigente francés con el Rey para que todo el seleccionado rumano, en tres segundos, estuviera a bordo del trasatlántico. El mensaje de los empresarios hacia sus obreros había sido claro: “Que renuncien si quieren hacer deporte”, pero nadie iba a estar en contra del Rey, por lo que los directivos tuvieron que hacer marcha atrás en sus declaraciones y otorgarle a los quince futbolistas los permisos correspondientes.
 
El mismísimo Rey en persona le había prometido a Jules, no sólo que iba a tener a los jugadores en Montevideo sino que él mismo elegiría a sus jugadores. Lo que Jules no sabía que el Rey no tenía ni idea de fútbol y su elección no fue muy buena. A pesar de todas las trabas Rumania también dijo presente.
 
Egipto recibió con gran entusiasmo la noticia de la realización del mundial de fútbol y se mostró muy interesado en participar. Inmediatamente le solicitó a la FIFA que retrasara el comienzo del campeonato debido a que no llegaban a tiempo por el gran viaje en barco que tenían que hacer. Lamentablemente la FIFA rechazó la petición y Egipto se quedó sin mundial.
 
Luego de tantas idas y vueltas, rechazos, boicot, etc. el torneo paso de ser un sueño a una realidad. El Mundial ya estaba en marcha.
 
El torneo futbolístico
 
El torneo se disputó entre el 13 y 30 de Julio a pesar de que en los afiches que promocionaban el torneo figuraba que el campeonato se jugaría entre el 15 de Julio y el 15 de Agosto.
 
Trece seleccionados fueron los participantes: cuatro europeos, dos de América del Norte y siete de Sudamérica.
 
Los representantes del viejo continente fueron: Francia, Rumania, Yugoslavia y Bélgica. Por el lado Americano acudieron a la cita: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Perú y el anfitrión Uruguay.
 
A pesar de que el fútbol tuvo sus orígenes en Inglaterra, en América el deporte estaba mucho mas desarrollado que en el viejo continente, por lo que la técnica con la que se jugaba era superior. Se pensó que el Mundial sería dominado totalmente por los países americanos, pero fue una sorpresa cuando se encontraron con un fútbol europeo muy ordenado y de calidades técnicas individuales muy destacables.
 
Los países europeos después de tanto viaje, lío y sacrificio no habían llegado hasta aquí, hasta los confines del mundo solo para llenar planillas y cumplir con formalidades. No estaban dispuestos a ser los sparrings de los equipos americanos y ni mucho menos iban a dejar que fueran la burla de todos los asistentes al certamen, así que decidieron pelearla hasta el final. Le hicieron la vida imposible a las selecciones de América. Prueba de esto se puede citar la goleada por 4 a 1 que le propinó en primera fase la selección francesa a la de México.
 
El torneo se lo estructuró de la siguiente manera: Se conformaron cuatro grupos integrados por tres selecciones cada uno salvo el grupo “A” que tendría cuatro equipos. Los primeros de cada grupo pasarían a jugar las semifinales y los ganadores de estas jugarían la gran final.
 
Argentina integró el grupo “A” donde tuvo que enfrentarse a los seleccionados de Chile, Francia y México. El equipo nacional tuvo un gran desempeño en todo el torneo y no tuvo grandes inconvenientes para derrotar a sus rivales salvo cuando pasó un gran susto con el seleccionado francés. Finalmente Argentina pudo mantener su valla invicta y logro a través de los botines milagrosos de Luis Monti la ventaja necesaria para quedarse con el partido contra Francia y con el primer lugar del grupo. En semifinales lo estaba esperando Estados Unidos.
 
A pesar de que los Norteamericanos habían anunciado tiempo antes del partido que le harían una docena de goles a la Argentina, el partido con la selección Norteamericana fue prácticamente un trámite. El conjunto argentino no encontró mayores dificultades para superar a la defensa yanqui y llenarles el arco de goles. El resultado fue abrumador termino 6-1 a favor de la albiceleste. En forma de burla por las declaraciones de los jugadores yanquis la hinchada argentina gritó el gol con gran euforia cuando los norteamericanos descontaron sobre la hora.
 
Argentina ya escribía un capitulo magnifico dentro de la historia del fútbol mundial: Era finalista del primer mundial de fútbol y el rival no era nada fácil. Era ni más ni menos que el anfitrión Uruguay.
 
La redonda La pelota creada en 1880 era de cuero cosido y tenia cascos en forma de “T”. Fue muy criticada por los jugadores ya que la consideraban muy dura. La costura exterior obligaba a usar boina para no lastimarse.
 
Durante el certamen cada equipo llevaba su pelota propia, por lo que cada uno trataba de imponer que se jugara con la suya.
 
En la final, que disputaron Argentina y Uruguay, tuvo que intervenir el árbitro en esta discusión resolviendo que se jugara un tiempo con la de unos y otro tiempo con la de otros para evitar inconvenientes.
 
Las casacas
 
Los jugadores usaban camiseta de manga larga cuyo cuello se cerraba con un cordón.
 
Salían a la cancha con saco para posar para la foto y al comenzar el partido se lo sacaban.
 
El estadio
 
La idea era que todos los partidos se jugaran en el estadio montevideano “Centenario”, pero al no haberse cumplido con el tiempo de las obras los primeros partidos se los jugo en canchas de otras ciudades. Para el sexto día del torneo el “Centenario” había sido inaugurado.
 
Un juego de hombres y nada de mujeres
 
El arquero uruguayo Andrés Mazzali era considerado por las miradas femeninas como uno de los futbolistas más lindos, apreciación que le costaría muy caro y lo dejaría sin mundial.
 
Cuentan las anécdotas que una vez, la noche anterior de disputar un partido de primera fase, apareció por la concentración una bellísima y exuberante rubia que terminó seduciendo a Mazzali. El arquero, que era mujeriego, no pudo soportar la tentación y decidió irse con ella a pasar la noche. Cuando los dirigentes se enteraron del hecho decidieron expulsarlo del equipo dejándolo sin mundial y sin la oportunidad de levantar la copa. Sus compañeros nada pudieron hacer para salvarlo.
 
“Mejor que perdamos, sino aquí morimos todos”
 
Luego del Mundial del ‘30 todo el mundo habló de la pasión y fanatismo con que se vivía y se jugaba al fútbol por estas tierras sudamericanas. Los europeos se fueron espantados al ver de lo que podían ser capaces esos hombres cuando veían a su equipo perder. El miedo a ser agredido por los hinchas era inmenso, por lo que los árbitros evitaban verse involucrados en situaciones polémicas y trataban de facilitar las cosas.
 
Los primeros hechos de violencia se vivieron en el estadio Parque Central de Montevideo cuando argentina enfrento a la selección de Francia ganándole por 1 a 0.
 
En ese momento el árbitro brasileño Almeido Rego quiso sacarse un problema de encima, cuando decidió terminar el partido 6 minutos antes del final justo en el momento que el delantero francés Langiller quedaba mano a mano con el arquero argentino. Un empate a esa altura del juego, teniendo en cuenta la situación que se vivía en el estadio, hubiera provocado hechos de violencia de consecuencias imprevisibles.
 
Al finalizar el partido, el público local enfurecido por la actitud del árbitro, decidió invadir la cancha para provocar desmanes ya cuando los equipos estaban rumbo a los vestuarios. Una vez en los vestuarios el juez de línea trató de convencer al árbitro para que se terminara de jugar los minutos finales evitándose así mayores inconvenientes.
 
Finalmente se jugaron los minutos restantes, pero no se movió el marcador. Fue tan grande el temor que generó toda esa situación de violencia, que el histórico goleador de Boca, Roberto Cherro sufrió un desmayo y no pudo continuar con el juego. La policía aplicó una feroz represión para calmar a los asistentes.
 
Estaba claro que el público local quería que argentina fuera eliminada del certamen.
Por esos años un partido entre Argentina y Uruguay era un clásico. Ambas selecciones se habían enfrentado en los juegos olímpicos de 1928 con saldo negativo para argentina por lo que la bronca había quedado atragantada y había que liberarla. A pesar de ello el clima hostil de la gran final lo creo la hinchada local. Los fanáticos no querían saber nada de que Argentina fuera a ganar el partido en su propia tierra y en el marco del primer campeonato de fútbol, por lo que se valieron de un montón de artimañas para lograr que Uruguay se quedara con el título.
 
La gran final se jugó bajo presión, con mucha pasión pero con demasiado fanatismo que se confundía con la locura. La seguridad uruguaya palpaba de armas a los hinchas que venían desde Argentina para presenciar la gran final. Desde el comienzo hasta el final del partido la cancha fue un infierno. Los hinchas locales le hicieron la vida imposible a los hinchas y jugadores argentinos. El fanatismo se estaba yendo de su cauce con la aparición de mensajes mafiosos dirigido a los jugadores de la albiceleste. Luis Monti recibió amenazas de muerte hacia él y su madre. Esas amenazas fueron clave ya que los jugadores argentinos salieron a la cancha con tanto miedo que no pudieron concentrarse en el partido. El público local recibió a los jugadores argentinos con una lluvia de piedras apenas pisaron el suelo del Centenario.
 
Los argentinos se sintieron cohibidos y jugaron mal durante todo el partido impidiendo que brillaran sus grandes estrellas. A pesar de las ausencias de los cracks en la cancha y las desprolijidades y errores en los pases, típico del nerviosismo, el primer tiempo finalizo 2-1 a favor de los argentinos. Los goles fueron convertidos por Dorado para Uruguay y Peucelle y Stábile sumaban para la albiceleste. En el entretiempo los jugadores argentinos estaban totalmente desmoralizados y asustados y temían que sucediera lo peor. El jugador Paternóster había dicho en el vestuario: “Mejor que perdamos, sino aquí morimos todos”. En el segundo tiempo Uruguay salio a ganar sí o sí revirtiendo la historia. Los Charrúas ganaron 4-2 con goles de Cea, Iriarte y el manco Castro entrando así en la historia de los mundiales.
 
Finalmente Uruguay alzó la Copa Jules Rimet2 que fue tallada en el año 1929 por el escultor francés Abel Lafleur. La Estatuilla medía treinta y cinco centímetros de altura y pesaba cuatro kilos de oro macizo sobre una base de piedras semipreciosas (lapislázuli). La Imagen representada es la diosa de la victoria, una mujer alada llevando hacia el cielo, en sus manos, sobre la cabeza, un vaso octogonal en forma de copa. En los cuatro cantos del zócalo había una placa de oro en la cual figuraba el nombre del trofeo y los nombres de las asociaciones ganadores de los campeonatos.
 
Luego del partido hubo graves incidentes en la ciudad de Buenos Aires: Hinchas argentinos apedrearon a la embajada uruguaya. Este hecho lamentable casi provoca conflictos muy graves con el país vecino. Luego la policía disperso a los revoltosos.
 
El árbitro belga John Langenus inmediatamente que terminó el partido partió rápidamente al puerto para tomarse el primer barco que saliera a Europa. La razón de su apuro es que le había dado mucho miedo la enfervorización de los hinchas sudamericanos. Los hechos de violencia llegaron a tal extremo que cuando él se enteró de que había sido designado como árbitro para dirigir la final sudamericana le solicitó a la FIFA un seguro de vida en caso de que perdiera el local.
 
Pienso que si Argentina hubiera ganado esa final hubiera ocurrido una gran tragedia. Los hinchas uruguayos insultaban a los jugadores, les tiraban con piedras, botellas y con cualquier objeto contundente que se les cruzara por el camino. Los hechos de violencia en las canchas no es una moda del siglo XXI.
 
Il Duce…
 
El jugador argentino Luis Monti, que por ese momento jugaba en el club San Lorenzo de Almagro, recibió reiteradas amenazas de muerte a través de anónimos en los momentos previos a la gran final. Se pensó en un primer momento que fueron los hinchas uruguayos los autores de semejante cosa, pero después se reveló que representantes del propio dictador Benito Mussolini estaban involucrados.
 
El “Duce” pretendía que Luis Monti defendiera los colores de Italia en el próximo mundial. El plan era el siguiente: Asustar a Monti antes del partido haría que el jugador entrara con miedo a la cancha y se sintiera cohibido e incómodo bajando el nivel del futbolista notablemente. De esta manera la argentina perdería la final con Uruguay y él sería uno de los grandes responsables del subcampeonato. Los hinchas enfurecidos castigarían una y otra vez al jugador, lo despreciarían y el odio de sus compatriotas motivaría al jugador a irse del país decidiendo finalmente defender los colores Italianos.
 
El plan de los italianos salió a la perfección. Luis Monti durante el partido fue castigado duramente por los hinchas argentinos. Lo insultaron todo el partido, lo silbaron y según palabras del propio Monti lo trataron como un “gusano”.
 
Luego del partido los espías italianos visitaron al jugador haciéndole una jugosa propuesta: Le ofrecieron cinco mil dólares mensuales de sueldo, casa y auto a cambio de sus servicios en el fútbol italiano.
Meses después un dirigente del Club Juventus de Turín llegó a Buenos Aires para hacerle firmar el contrato.
 
El silbato final
Después de todo lo expuesto podemos decir que el fútbol, deporte que goza de gran popularidad en el mundo, nunca ha podido permanecer ajeno a la realidad en la que ha esta inserto, por lo que siempre se ha visto influenciado por cuestiones políticas, económicas y sociales. Con la aparición de los mundiales esa carga política se ha ido incrementando y siempre distintos gobiernos han utilizado al certamen con diferentes fines. Por ejemplo, algunos lo han usado como propaganda de su gobierno, mientras que otros lo han utilizado para esconder hechos aberrantes tal como ocurrió en la Argentina en 1978.
 
Por otro lado los hechos de violencia que se vivieron en el primer mundial fueron signos de una sociedad que estaba en crisis. Una sociedad que necesitaba mostrar su descontento y descargar su ira por la situación complicada en la que se vivía, y que no encontró mejor lugar que hacerlo en el ámbito deportivo. Ochenta años después de aquel mundial, la situación no ha cambiado mucho y los hechos de violencia, no solo siguen vigentes sino que van en constante aumento.
 
Un Mundial de Fútbol no solo es deporte, sino que es diversión y espectáculo, pero también es política.

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