El 10 de marzo del 2008 en la página Semanal de El Nacional Ahora escribí un artículo sobre el Programa de Resocialización o Protección de narcotraficantes.
En este trabajo llamé la atención sobre los beneficios que recibieron 300 narcotraficantes colombianos que firmaron el pacto.
Los datos fueron extraídos del libro Pacto en la sombra de los periodistas Edgar Téllez y Jorge Lesmes. Ahora que se conoce la sentencia que deja en libertad al ex capitán Quirino Ernesto Paulino Castillo, reproduzco el contenido de este programa auspiciado por el gobierno norteamericano.
El texto del artículo es el siguiente.
La complejidad en las estructuras de mando del narcotráfico determinó que el gobierno de los Estados Unidos, pusiera en marcha un programa para obtener importantes informaciones de los nuevos jefes de los carteles en Colombia.
El relato sobre el denominado Programa de Resocialización de narcotraficantes estuvo a cargo de la ex fiscal Yanet Reno y su contenido está en el libro Pacto en la asombra de los periodistas Edgar Téllez y Jorge Lesmes.
Los autores dicen en la página 20 tal, como queda reflejado en este libro el aparato judicial estadounidense dedicó todas sus energías a lograr el objetivo trazado desde Washington por la entonces fiscal Renot y su mano derecha, Mary Leen Warren, quien hoy todavía permanece al frente de esa estrategia, que ha sacado a camino a nos menos de 300 narcotraficantes.
Más adelante, expresan Téllez y Lesmes, desde 1996 los pactos en la sombra con el narcotráfico han continuado, pero sin informarles de manera oficial a las autoridades colombianas.
Se trata de un esquema secreto del que muy poco conocen sus detalles y su resultado final, pero que ha contribuido en forma decisiva a que Estados Unidos conozcan hoy la dinámica y funcionamiento de un negocio que pese a todo, está lejos de acabarse.
Para hacer ese trabajo de acercamiento se creó en Miami, dentro de la Drug Enforcemet Administration DEA, el grupo especial 43.
El seleccionado para este trabajo con los mejores hombres y mujeres de la Agencia Central de Inteligencia CIA, Buro Federal de Investigaciones FBI, la fiscalía y los servicios de Aduanas, fue Baruch Vega, un fotógrafo profesional ampliamente conocido en Colombia.
Luego se unieron los agentes Larrry Castillo y David Tinsley logrando que importantes jefes del narcotráfico colombiano pasaran a colaborar entregando las rutas, millones de dólares, cargamentos de drogas y propiedades.
La lista es amplia sobresaliendo los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, del Cartel de Cali, También, Carlos Lehder, testigo de cargo contra el ex presidente de Panamá Manuel Antonio Noriega, Alejandro Bernal, un amigo de los hermanos Ochoa con quienes se grabaron importantes conversaciones que sirvieron para la operación Milenio.
El sigiloso Pepe Campusano, hermano de Oscar Campusano, que trata de que los hermanos Ochoa negocien con los Estados Unidos.
Un grande de las nuevas rutas, Julio Fierro o Julio Correa, que por sus aportes las autoridades norteamericanas le entregaron un pasaporte a nombre de Juan Andrés Mejía, su nuevo nombre.
Completan esa selecta lista en orden jerárquico de los carteles de Cali, del Valle del Norte; Medellín y de las autodefensas paramilitares Arturo Piza, Guillermo Ortiz, Carlos Ramón Zapata, Orlando Sánchez Cristacho, el hombre del Overol, que atentó contra la vida de Willian Rodríguez Abadía, y que planeaba asesinar al fiscal a cargo de los casos de Colombia, Román Suárez, enlace del cartel del Golfo que lidereaba Castillo de la Fuente, el señor de los cielos, Jesús Ruiz Díaz, conocido como Checo, un transportista que introdujo según confesó 80 toneladas de cocaína a Miami y New York.
El jefe del cartel del Valle del Norte, Hernando Gómez Bustamante o Rasguño, Nicolás Bergonzoli, Guillermo Díaz Gaitán, el ex fiscal kde la policía Wilber Varela , jabón, los hermanos Carlos y Alejandro Zapata, Juan Gabriel Usura, entre otros famosos de los 300 traficantes que viven libremente en los Estados Unidos y colombia.
La oferta que hacían los negociadores a los narcotraficantes consistían en contacto directo con un fiscal y un juez en Miami, que les colocaban un sello de narcotraficante que no podía ser detenido ni molestado en los Estados Unidos, visas para sus familiares, vinculados con los organismos de investigación sin delatar a sus socios y a cambio los capos debían entregar partidas de millones de dólares, las rutas que tenían y debían ser desmanteladas comprometiéndose a dejar el negocio.
En las negociaciones se logran establecer sumas de 56 millones de dólares, mientras que los hermanos Ochoa ofrecieron para que los dejaran en paz 200 millones de dólares.
Los Ochoa que cumplieron penas en las cárceles de Colombia no concretizaron nada según el relato de los periodistas Téllez y Lesmes.
El caso de Quirino Ernesto Paulino Castillo, recorrió en el sistema judicial norteamericano el mismo procedimiento arriba señalado para beneficiarse del Programa de Resocialización o Protección de Testigos. Por eso fue puesto en libertad, mientras otros diez nuevos casos están a la espera para extradición.
Se recuerda que en el artículo titulado Los Extraditables de Quirino resalté que en el curso de los meses de Enero y Febrero se producirán otras extradiciones.
La libertad otorgada a Quirino es parte de este proceso y confirma lo planteado por el autor de este artículo avalado por una fuente norteamericana vinculada a la investigación que pidió mantener su nombre en el anonimato.
Se esperan acontecimientos importantes toda vez, según dice la fuente que el ex jefe de operaciones de la Dirección Nacional de Control de Drogas, Hiraldo Guerrero, Figueroa Agosto y Toño Leña, negociaron a cambio de reducirles las penas.
En el hipotético caso que me encontrara en una situación como la del grupo de los diez que serán extraditados me decidiría por entregarme para llegar a un acuerdo evitando las condenas estremecedoras que vienen.
Esperemos.