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El milagro de la Celac

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Como siempre se ha dicho, tanto en las revoluciones, las relaciones amorosas, como en la creación de importantes organismos u organizaciones, el problema no está en el inicio, sino en la continuidad de su desarrollo y fortalecimiento.
 
La II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), es un ejemplo de lo que se ha querido hacer hace muchos lustros y que avanza ahora, en medio de retos considerados  y otros muchos impredecibles.
 
El presidente cubano, Raúl Castro, afirmó al dejar inaugurada la importante cita que «los llamados centros de poder» persisten en controlar a los países de Latinoamérica y el Caribe para beneficiarse de sus recursos.
 
El presidente pro témpore también reafirmó sobre todo la propuesta de Cuba de proclamar a Latinoamérica y el Caribe como una zona de paz que destierre para siempre la guerra, la amenaza y el uso de la fuerza.
 
Simultáneamente a la cita, tuvo lugar el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre un diferendo marítimo con Perú y Chile, “catalogado como salomónico y hasta creativo por diversos analistas”, y  negativo por otros.
 
No obstante, las autoridades chilenas consideraron la aceptación del veredicto y, sin duda alguna, habrá que asumir posturas tales, en esto, aquello y lo otro, como “único camino para prevenir y enfrentar”, el futuro, en una “cooperación mancomunada entre los Estados”, pues al final, como escribe el director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales, Atilio A. Borón, “No es un milagro, pero casi. Contra todos los pronósticos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), se va consolidando como institución “nuestroamericana”.

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