Si Dante Alighieri viviera fuera dominicano y su legendaria obra, La Divina Comedia, la hubiese escrito inspirado en el diario vivir de República Dominicana.
Los protagonistas serían algunos funcionarios (que no funcionan). Los castigados por el infierno que describe el escritor italiano son los pobres sedientos de una justicia que está cada vez más desacreditada.
Un oficial (el teniente Taveras Rodríguez) de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) rechazó un soborno del narco. Sus superiores, en vez de reconocer su valentía y honestidad, lo sancionan con 30 días de arresto.
Un confeso distribuidor de drogas de Ocoa dijo que estaba en ese negocio obligado por la fiscal adjunta, Rosanna Rodríguez, la Policía y miembros de la DNCD. Él debía pagar un peaje a ellos, según la denuncia.
¿Por qué el jefe de la DNCD, Julio César Souffront Velázquez, con estos testimonios no tiene presos a los DNCD de Ocoa y el Procurador no mete en la cárcel a esa fiscal?
Pagan los peones, los jefes, en este caso la autoridad, están acogidos a la indiferencia de unas autoridades cómplices.
Sin embargo, somos el único país del mundo donde la autoridad encargada de solucionar un problema es la que lo denuncia, como si fuera a otro al que le corresponde enfrentar el asunto.
Las denuncias son un llamado a la autoridad competente para que busque una solución.
Las máximas autoridades de la Justicia, el procurador Francisco Domínguez Brito y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Germán, “denuncian” el clima de inseguridad del país y la ola de robos y atracos.
Un funcionario jerárquicamente por debajo de ellos, el jefe de la Policía, Manuel Castro Castillo, niega que en el país haya una ola de robos y atracos.
Castro Castillo suele decir que la Policía “tiene todo bajo control”. Pero a cada rato hieren o matan dos y tres agentes, además de que cada vez crece el número de policías en pandillas de atracadores y ladrones. ¿Quién tiene el control?
En sus últimas declaraciones –como si no tuviese que ver con el problema – el procurador dice estar sorprendido con la facilidad que los delincuentes salen de la cárcel.
Siendo el jefe de los fiscales y encargado de sancionarlos, Domínguez Brito “denunció” que hay policías, jueces y fiscales que cobran peaje al narcotráfico.
El último capítulo de La Divina Comedia tiene la repulsa del pueblo. Después que los inculpados admiten la forma vulgar como atracaron a la ingeniera Francina Hungría, dos juezas ponen en libertad a sus agresores.
Los policías dicen que los jueces y fiscales liberan los delincuentes. Los jueces responden que lo que pasa es que los expedientes son “mal instrumentados” por estos.
Culpándose uno a otro no habrá solución. La Justicia es un engranaje corrompido en que participan todos. La solución debe ser de conjunto.
Dante y su divina comedia dominicana
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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