La Organización Panamericana de la Salud (OPS), ha reclamado “mayores acciones políticas en la lucha contra enfermedades trasmitidas por vectores”. En el país, el ministro de Salud Pública, Freddy Hidalgo, ha ratificado lo que es una verdad ineludible: la prevención puede reducir los altos costos que implican los tratamientos contra enfermedades catastróficas, cuyos tratamientos a 9,000 pacientes cuestan unos RD$2,000 millones al año.
En estos momentos, el dengue y la chikungunya constituyen principal reto del país, aunque también hay que enfrentar la malaria y la filariasis, todas las cuales implican un reforzamiento de las acciones públicas de abastecimiento de agua, manejo de basura, prevención y educación, tal y como se ha dicho. Pero, hay un elemento que resulta esencial a la hora de lograr “mayor involucramiento de las comunidades en la eliminación de criaderos de los mosquitos vectores”, porque esto no se reduce a la limpieza de entornos solamente.
La Asociación Dominicana de Prensa Turística (Adompretur), por ejemplo, exhortó a respaldar los esfuerzos de las autoridades para controlar la incidencia de la fiebre chikungunya, y orientar adecuadamente a la opinión pública. Precisamente, es en este sentido que vale la pena resaltar su recomendación a las autoridades competentes de establecer “un protocolo informativo con boletines periódicos” sobre el comportamiento de la enfermedad; pues de esta manera se evitan especulaciones o notas erróneas al respecto.
Salud significa prevención y directamente proporcional a ello debe estar la orientación, enseñanzas prácticas y teóricas, a fin de que pueda cumplirse el gran sueño de una vida sana física y mentalmente. No se trata solo de instituciones y Gobierno; comunidades y familias deben integrarse a cada acción, en un enfrentamiento sabio al desafío y no esperar que se reporten, como ha sucedido en otros países, “que hay pacientes que no responden al tratamiento”.
¿Nos curamos?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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