La igualdad de género, “entendida como la existencia formal y real de los mismos derechos, libertades, oportunidades, alternativas y responsabilidades para las mujeres y los hombres”, se refleja textualmente en el Objetivo 3 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles de la enseñanza antes de finalizar 2015, se integran a dichos ODM y constituyen factor fundamental para luchar de forma eficaz y sostenible contra la pobreza.
La posibilidad de alcanzar dicha meta en 2015, resulta todo un desafío para República Dominicana, aun cuando se han avanzado escalones; pero todavía quedan grandes retos que enfrentar.
El Informe de Seguimiento del pasado año (2013), sobre los Objetivos del Milenio, revela que el país ha cumplido con la meta ODM sobre reducción de la subnutrición, al bajar a casi la mitad (15.4% de la población) desde el 26.1% del 2000; también se ha logrado cierto avance en lo relacionado a la paridad de género en la enseñanza primaria.
La Plataforma de Acción de Beijing, principal documento de las Naciones Unidas en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres, incluye una amplia descripción de la situación de las féminas en el mundo y de los principales retos que enfrentan, exhortando “a los Gobiernos, a la comunidad internacional y a la sociedad civil, inclusive las organizaciones no gubernamentales y el sector privado, a que adopten medidas” en doce áreas de interés estratégico de actuación que establece entre ellos el de: Mujeres y la pobreza. Educación y la capacitación de las mujeres y la desigualdad entre las mujeres y los hombres en el ejercicio del poder y en la adopción de decisiones a todos los niveles, por solo nombrar algunos de ellos.
Lo primero es, sin duda alguna, visibilizar estas desigualdades y más allá de su análisis como categoría analítica, luchar porque se borre esa aparente «neutralidad», que hasta los medios de comunicación insertos en la sociedad permiten y consecuentemente, producen una invisibilización de estas relaciones de poder entre los géneros, con las imágenes estereotipadas de la mujer en una sociedad patriarcal, en condiciones desventajosas, siempre alejadas de los lugares de poder, trabajando más y ganando menos…
A estas alturas del siglo XXI habrá que romper con estas formas, porque ya el agua rebosa al vaso…
Más allá de la crítica (III)
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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