El problema no es de muros, porque ya otras fronteras en el mundo han demostrado que no vale la pena erigir estas paredes, que son atravesadas por quienes emigran a pesar de todo, por medio de túneles subterráneos, o sencillamente camuflados en camiones de cargas diversas, o a nado, o como sea.
Para Vinicio Castillo Semán este es un tema crucial en República Dominicana, que tiene que ver con su soberanía: “Creo que la sentencia del Tribunal Constitucional Núm. 168-13 selló y salvaguardó, junto con la Ley de Naturalización del presidente Danilo Medina, la frontera jurídica de República Dominicana; pero hay mucho por hacer”, afirmó el recién juramentado diputado por el Distrito Nacional, quien aboga por la construcción de un muro en la frontera con Haití, que sería proseguir los 17 kilómetros que ya hechos.
Pero, Castillo Semán sabe que existen miles de maneras mediante las cuales los desesperados haitianos y los mal pagados soldados fronterizos interactúan y las entradas ilegales proliferan. El mismo plantea la necesidad de un estatuto para elevar la calidad de estos guardias, mejorar sus salarios, estándar de vida, y penalizar gravemente a militares y policías que puedan corromperse en el tráfico de indocumentados.
Existen elementos históricos que marcan, luego del Tratado de Aranjuez, mediante el cual se establecieron límites entre Haití y República Dominicana, su violación con la ocupación por parte de las tropas de Toussaint Louverture de parte de la isla. Desde entonces, y más allá de tendencias de una u otra parte, la realidad marca culturas diferentes, idiomas distintos y ese afán de las potencias por responsabilizar al Estado dominicano, y abogar por una unión que no puede analizarse a priori. Tampoco nadie puede dudar de la solidaridad de este pueblo con el haitiano, sobre todo en momentos difíciles.
Lo otro, lo concerniente a lo que los más desarrollados, aquellos que sacaron riquezas sin pudor de las entrañas haitianas, quieren decidir, no puede acatarse, porque habría que preguntarse por qué actúan ellos con tanto rigor con los emigrantes indocumentados en su suelo, con muro o sin él.
Un muro irrefrenable
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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