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Las 19 historias inaugurales de los Mundiales

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Río de Janeiro.- Pese a que oficialmente no hubo partidos inaugurales en los Mundiales hasta 1966 e incluso en 1934 se jugaron hasta ocho encuentros a la vez, siempre hubo una primera vez. Encuentros que abrieron la fiesta, diecinueve historias inaugurales para otras tantas ediciones.
 
Uruguay 1930. La gloria, una cuestión de cuatro minutos
El autor del primer gol en un Mundial fue un modesto trabajador de la Peugeot que llegó a Uruguay tras viajar durante once días en barco. Lucient Laurent era un delantero veloz, al que apodaban «Petit Lulú», por su estatura, y que entró en la historia del fútbol gracias a un disparo desde el lateral del área que sorprendió al mexicano Óscar Bonfiglio, a los 19 minutos del partido disputado en el estadio de Pocitos, el campo del Peñarol, ante un millar de espectadores.
 
Instantes después, también en Montevideo, en el Parque Central, estadio del Nacional, Bart McGhee, un escocés emigrado a Norteamérica, marcaba el primer gol de Estados Unidos contra Bélgica, en el otro partido que se jugaba de forma simultánea en aquella primera jornada mundialista.
 
Francia venció a México por 4-1 y Estados Unidos a Bélgica por 3-0. Por tan sólo cuatro minutos, Laurent desplazó a McGhee de la historia de los Mundiales.
 
Italia 1934. 17 días en barco para jugar un partido
Argentina, debido a la división entre la Liga Profesional y la Asociación Amateur, llevó un equipo aficionado al Mundial de Italia 1934. Ni había un sólo componente del equipo que jugó la final del primer Mundial.
 
Dieciocho jugadores, catorce de ellos con ascendencia italiana, casi todos de equipos del interior y muchos que ni siquiera habían viajado en su vida a Buenos Aires, se vieron embarcados rumbo a Europa.
 
Una travesía interminable para jugar un partido. El que perdieron en Bolonia ante Suecia (3-2), porque aquel Mundial se jugó por un sistema de eliminatoria. Jugaron, perdieron y regresaron casi anónimos.
 
Ese partido, además, fue tan inaugural como los otros siete que se jugaron aquel 27 de mayo de 1934: España 3 – Brasil 1; Austria 3 – Francia 2; Alemania 5 – Bélgica 2; Hungría 4 – Egipto 2; Suiza 3 – Holanda 2; Italia 7 – Estados Unidos 1; Checoslovaquia 2 – Rumanía 1.
 
Francia 1938. El origen del «catenaccio»
El «catenaccio» nació en Francia, ideado por un austríaco y puesto en práctica por Suiza. Fue en el primer partido del Mundial de Francia 1938, cuando Karl Rappan pensó que la única forma de frenar a los germanos, un potente equipo reforzado por varios componentes del «wunderteam» austríaco – que habían sido obligados a jugar tras la anexión de su país por la Alemania nazi – era situar un jugador por detrás de la defensa, para corregir errores.
 
Fue, sobre todo, un cambio de filosofía porque, hasta entonces, el juego consistía en marcar goles. Desde ese momento, se comienza a pensar que también puede ser prioritario que no te marquen.
 
El «cerrojo» llevó a Suiza hasta una impensable igualada (1-1 tras prórroga) y a la victoria en el encuentro de desempate, cinco días después (4-2).
 
Posteriormente, un italiano, Nereo Rocco, lo adaptará con éxito y el fútbol italiano se lo apropiará con el paso de los años como seña de identidad. Pero donde se empezó a mostrar al mundo fue en El Parque de los Príncipes, un 4 de junio de 1938.
 
Brasil 1950. «El cinco Copas» arrasado por la euforia brasileña
Nadie pensaba en el desastre. Aquel 24 de junio de 1950 todo era euforia en el Maracaná, el imponente escenario levantado en 667 días a mayor gloria del que debía ser el mejor equipo del mundo.
 
Y la selección brasileña salió dispuesta a demostrarlo. Pasó por encima de un debilitado conjunto mexicano -16 de cuyos 22 componentes habían padecido anemia- que mostró por primera vez en la portería a Antonio Carbajal.
 
La «Tota» se hizo portero después de que siendo niño un coche atropellase a su hermano mientras jugaba al fútbol en la calle. Con la puerta de su casa como portería, Antonio podía entrar rápidamente si cruzaba la calle algún vehículo.
 
Y Carbajal pudo maldecir esa tarde su decisión, porque se vio atropellado por un equipo que parecía imparable; Ademir en dos ocasiones, Jair y Baltazar le derrotaron para regocijo de una hinchada brasileña exultante.
 
Nadie aquel día hubiese pensado que, menos de un mes después, esa selección acabaría siendo denostada por los suyos. Ni que aquel portero mexicano sería el único capaz de sobrevivir a cinco Copas del Mundo.
 
Suiza 1954. La mítica verde-amarelha
El partido inaugural del Mundial de Suiza 1954 fueron cuatro. Todos comenzaron a las 18.00 horas del 16 de junio. Pero para la historia quedó aquel día como el primero en el que Brasil luciría en un Mundial la «verde-amarelha» o «canarinha». Diseñada por un estudiante de 18 años, Aldyr García Schlee, que ganó el concurso en diciembre de 1953, esa camiseta enterró a la blanca que recordaba el «Maracanazo» y terminará convertida en el símbolo de todo un país.
 
Aquella tarde, también triunfó Yugoslavia, con Vujadin Boskov en el equipo, sobre Francia (1-0); Uruguay, con otro gol de Schiaffino, sobre Checoslovaquia (2-0); y Austria, con Ernst Happel en la defensa, sobre Escocia (1-0).
 
Suecia 1958. Fontaine irrumpe…con unas botas prestadas
Just Fontaine no iba a ser titular. Con sólo cuatro partidos internacionales a sus espaldas, Rene Bilard figuraba por delante de él. Además, tampoco tenía botas, porque absorto en los agasajos por el doblete logrado en Francia con el Stade Reims, no había caído en la cuenta de que las suyas estaban rotas.
 
Y, sin embargo, todo se conjuró para su triunfo. Se lesionó Bilard antes del Mundial y Stephane Bruey, un reserva, le dejó sus botas.
 
Con aquellos botines prestados, Fontaine se presentó ante Paraguay, marcó tres de los siete goles de su equipo (7-3) y comenzó una andadura que le llevaría a lograr un registro único: trece tantos en una única edición mundialista.
 
Aquel 8 de junio, también ganó Alemania a Argentina (1-3), Irlanda del Norte a Checoslovaquia (1-0), Suecia a México (3-0) y Brasil a Austria (3-0) y empataron Yugoslavia con Escocia (1-1), Hungría y Gales (1-1), y la Unión Soviética ante Inglaterra (2-2).
 
Chile 1962. Las «canastas» de Colombia
«Muchachos, que les vaya bien y que metan muchas canastas». Evidentemente, el presidente colombiano Alberto Lleras Camargo, no sabía muy bien a quién estaba despidiendo cuando la primera selección Colombia que se clasificó a un Mundial acudió a su recepción.
 
En Arica, Colombia no desentonó frente a Uruguay que venció por 2-1, ese 30 de mayo de 1962 en el que también Argentina ganó a Bulgaria (1-0), Brasil volvió a derrotar a México (2-0), y Chile a Suiza (3-1).
 
Inglaterra 1966. El primer partido inaugural oficial
Fue el primer partido inaugural oficial y contó con la pompa y boato propia de la tradición británica. La reina Isabel saludó a los jugadores en el campo, el perro «Pickles», el que había recuperado el trofeo robado, también estuvo presente y, sobre el campo, Inglaterra empató a cero con Uruguay, que presentó un once inédito, formado por jugadores que nunca habían jugado juntos. Tras el 0-0, la prensa británica se mofó de Alf Ramsey, el primer entrenador inglés que cobró por dirigir a su selección y que había predicho: «Ganaremos el mundial». Tres semanas después, le rindieron pleitesía.
 
México 1970. El primer partido en color, la primera sustitución
El partido inaugural del imponente estadio Azteca fue el primero que se transmitió en color. Eso permitió ver la tarjeta amarilla mostrada al ruso Evgeni Lovchev, la primera en un Mundial.
 
Fue también el primero en un Mundial en el que hubo una sustitución; Serebrianikov salió y entró Pusach, al campo y a la historia. Se acabó el «gol del cojo», el que marcaba el lesionado al que se ponía de delantero por si remataba algún balón. Desde ese momento, cada seleccionador dispondría de dos sustituciones.
 
Alemania 1974. El «gerente del gol», el primer expulsado
«Yo soy el gerente. El que, con los goles, pone la firma al trabajo del resto». Carlos Caszely, exjugador del Levante y el Español y estrella chilena, debía ser noticia por sus goles y, al contrario, lo fue por ver la primera tarjeta roja de la historia de los Mundiales. Un atacante (Caszely) expulsado por agredir a un defensa (Berti Vogts).
 
Fue en el minuto 67 del encuentro inaugural que disputó la selección anfitriona contra Chile. «Vogts me había dado 25 patadas y uno, como es delantero, pega una y, como no sabe, le ven», se justificó 30 años después. El que le vio fue Dogan Babacan, el árbitro turco que unos meses antes la había liado en la «Batalla de Glasgow» entre Celtic y Atlético de Madrid.
 
Argentina 1978. Las palabras de Havelange
El Mundial de Argentina’78 comenzó con polémica. La ceremonia inaugural se consideró un aval de la FIFA al gobierno de facto del general Jorge Videla, quien condecoró al brasileño Joao Havelange.
 
Las palabras de éste, entonces presidente de la FIFA, no contribuyeron a disvincularle de la dictadura: «Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de Argentina», aseguró, mientras en la Plaza de Mayo el arquero sueco Ronnie Hellstroem se manifestaba junto a las madres que reclamaban noticias sobre sus desaparecidos.
 
Luego, sobre el campo Alemania y Polonia, primer y tercer clasificado del Mundial anterior, firmaron un insulso empate sin goles que anticipaba el declive de los primeros; ya sin Franz Beckenbauer ni Gerd Müller.
 
España 1982. El triste debut mundialista de Maradona
Diego Maradona había esperado cuatro años esa oportunidad. Con 17 años, Menotti no se atrevió a incluirle en la lista del mundial argentino y, ahora, quería la revancha. El 13 de junio de 1982, el Camp Nou esperaba a El Pelusa en el partido inaugural. Pero apareció Erwin Vandervergh, autor del único gol con el que Bélgica derrotó a los campeones.
 
México 1986. La ola invade el mundo
Al parecer, la idea surgió en Canadá y llegó a Estados Unidos a través del béisbol, pero no fue hasta el Mundial de México que se convirtió en un fenómeno mundial.
 
Y tuvo su bautismo en el partido inaugural, cuando al salir Italia y Bulgaria al terreno de juego, la televisión fijó su imagen en lo que sucedía en las gradas; una ola de aficionados que se levantaban de forma consecutiva brazos en alto. Luego, Italia, que regresaba como campeona del mundo al Azteca, 16 años después de perder la final contra el Brasil de Pelé, no pudo más que empatar con la desconocida Bulgaria (1-1).
 
Italia’90. El vuelo de Omán Biyik
La victoria de Camerún sobre la selección argentina de Diego Maradona, el 13 de junio de 1990, se considera una de las grandes sorpresas de la historia de los Mundiales. El fútbol africano había avisado de que ya no era una anécdota, pero pocos daban alguna posibilidad a aquel equipo, capitaneado por un jugador de 38 años, Roger Milla.
 
Argentina no sólo fue incapaz de superar el muro africano, sino que se vio superada. Los Leones Indomables acabaron el partido con nueve jugadores y, aun así, pudieron resguardar el gol de cabeza logrado en el minuto 66 por Oman Biyik, un vuelo sin motor que le catapultó a la historia.
 
Estados Unidos’94. Tiempos de cambio
En el país que llama al fútbol ‘soccer’, todo fue nuevo. El partido inaugural del mundial estadounidense se jugó en un campo de fútbol…americano, el Soldier Field de Chicago, los árbitros vistieron de rojo y los jugadores llevaron el nombre en sus camisetas. Luego, Alemania se impuso por 1-0 a Bolivia, que sufrió la expulsión de Marco Etcheverry cuatro minutos después de ingresar al terreno de juego, y los germanos sumaron por primera vez tres puntos por una victoria.
 
Francia’98. Con faldas y a lo loco
La idea fue de Craig Brown, el seleccionador, que quiso dar un golpe de efecto. Aquel 10 de junio de 1998, los jugadores escoceses sorprendieron al mundo al bajarse del autobús vistiendo faldas a su llegada al Estadio de Francia, un par de horas antes de enfrentarse a Brasil. «Quizá no fue la mejor forma de preparar el partido y estábamos deseando cambiarnos el kilt por el pantalón corto, pero fue algo grande», recordaría después Tom Boyd.
 
Boyd fue el protagonista decisivo durante el partido, porque cuando regresaba «a lo loco» hacia su área, introdujo en su arco el balón que Jim Leighton había despejado, tras un disparo de Cafú que deshizo el empate (2-1).
 
Corea-Japón 2002. El fútbol francés vence a Francia
Como doce años antes, un equipo africano dio la sorpresa y derrotó al campeón del Mundo. Fue Senegal, que en Seúl, superó (1-0) a una selección francesa deprimida por la lesión que había sufrido Zinedine Zidane en su último amistoso. Curiosamente, fue un triunfo del fútbol francés: 21 de los 23 senegaleses jugaban en la Liga francesa, por 5 de los convocados por Roger Lemerre.
 
Alemania 2006. Lahm cambia el ánimo
Preparados para lo peor. Así estaban los alemanes el 9 de junio de 2006, minutos antes de que comenzase su Mundial. Acostumbrados a ganar casi siempre, a arrasar con su poderío físico, la renovación emprendida por Jürgen Klinsmann, que apostaba por un juego más vistoso, no convencía a casi nadie. Como, además, había sido goleada por Italia en uno de sus últimos amistosos (4-0), una nube negra se cernía sobre el mundial alemán.
 
Y, sin embargo, todo cambió en seis minutos. El tiempo que tardó Philip Lahm en marcar un gran gol ante Costa Rica. El tanto de Lahm desató la euforia, rompió las ataduras del conjunto alemán y abrió un atractivo encuentro en el que los «ticos» fueron un más que digno rival (4-2).
 
Lahm, un lateral diestro reconvertido al carril zurdo, había estado lesionado desde enero de 2005 a marzo de 2006 y llegó a pensar que vería el torneo como un aficionado más. Su gol premió su constancia y dio a la selección alemana la euforia suficiente para mostrar las bondades de su juego ofensivo. El que le llevó hasta un tercer puesto que fue festejado en el país como un triunfo.
 
SUDÁFRICA 2010. Una fiesta agridulce
La elección de Sudáfrica como sede del primer Mundial africano se gestó el mismo día que Alemania le quitó a Sudáfrica la organización del certamen de 2006. La polémica desatada por la oscura votación causó tanto sonrojo en la FIFA que estaba claro quién sería elegido cuatro años después, aunque pocos apostaban a que, finalmente, podría sacarse adelante en África.
 
Nelson Mandela fue su mejor embajador, el que logró derrotar todas las reticencias. «El arquitecto del Mundial 2010», le llamó Blatter. Y, sin embargo, no pudo estar en el palco el día en que se hacían realidad todos los sueños.
 
El fallecimiento de su biznieta Zenani, muerta en un accidente de tráfico horas antes tras acudir al concierto conmemorativo del Mundial, sumió en el desconsuelo a «Madiba», que fue el gran ausente en la apertura del mundial.
 
Luego, México evitó la derrota ante los anfitriones gracias a un gol de Rafa Márquez, al son de las ruidosas vuvuzelas.

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