París.- El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva cree que su país tiene el fútbol «en el ADN» pero que ha perdido algo de estilo a lo largo de la evolución de un deporte que «se ha vuelto una máquina de producir dinero» y que privilegia un juego muy físico.
«Brasil ya no es el país del ‘jogo bonito'», resume Lula en una amplia entrevista realizada el pasado mes de marzo y que publica este martes el diario L’Équipe.
En ella reconoce que su país «ha perdido un poco de su esencia» y que ya no vale el tópico de que los europeos son más violentos o el de que no saben regatear.
«Quizá no sepan bailar la samba (…) pero saben jugar a la pelota», agrega Lula, que cita a los jugadores del Bayern Múnich, campeón de la Bundesliga, y asegura que «tratan el balón con el mismo amor» que los brasileños.
«Cuando los brasileños saltan al campo contra España, conocen a sus rivales mejor que a sus propias parejas. Ya no hay la inhibición que podía haber antes. El fútbol ha perdido el picante y nosotros hemos perdido nuestro estilo», resume.
El político, de 68 años y amante confeso del deporte rey, se sentará con una cerveza y junto a su familia para ver cada partido de «la seleção», pero seguirá también partidos de otros equipos, comenta el que fuera presidente de Brasil entre 2003 y 2011.
«Un país que organiza el Mundial y que tiene el palmarés de Brasil es necesariamente favorito», pero no hay que caer en «un exceso de confianza» porque hay otros aspirantes al título, dice Lula, que cita a Alemania, España, Portugal, Francia o Italia como posibles campeones.
Incluso Argentina, histórico rival continental de Brasil, puede «llegar lejos» en el Mundial del país vecino, si «refuerza su defensa», dice Lula, que jugaba de joven jugaba de centrocampista por la derecha.
«Atención a Uruguay, que no se le puede desatender porque tiene dos jugadores de clase mundial: Luis Suárez y Cavanni. Hay que estar muy atentos a esos dos jugadores», avisa Lula en una extensa entrevista hecha por el exfutbolista brasileño Raí, antiguo jugador del Botafogo, Sao Paulo y París Saint Germain (PSG) y campeón del mundo en 1994.
Para Lula, ya Brasil no tiene el «jogo bonito»
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