Con el permiso de los fanáticos

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||

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Ante la proximidad del Mundial de Futboll, nos atrevemos a publicar aquí estas palabras del gran escritor Ernesto Sábato, dadas a conocer hace algunos años…
 
Aviso contracorriente
A dos días, no sé cuántas horas y menos cuántos minutos, me cansé del Mundial.
 
Se que no es simpático de mi parte, pero el que avisa no traiciona: Me niego a ponerme gorros ridículos.
 
Ni pienso soplar esas cosas que hacen unos ruidos horrendos.
 
Ya me enojé con los curiosos fervores patrióticos de grandes empresas multinacionales, expresados en avisos televisivos, gráficos y radiales, y me voy a exasperar cuando se multipliquen hasta el hartazgo colectivo.
 
No voy a saltar para demostrar que soy mejor que un uruguayo, o ninguna otra persona que por su nacionalidad y no pegar brinquitos quede descalificada.
 
No creo, para dar solo un ejemplo, que el Pepe Mujica sea un ser humano inferior a Carlos Menem.
 
No voy a cometer otra vez el error de festejar “La mano de Dios”.
 
No me voy a integrar al millonario coro de expertos directores técnicos, ni voy a opinar sobre las habilidades o falencias de equipos extranjeros que nunca he visto.
 
Tampoco voy a elogiar el sacrificio brindado por nuestros jugadores. Les pagan fortunas insolentes para que sea una obligación y no un regalo que nos hacen.
 
Festejo, con pasión y agradecimiento, el sacrificio de maestros rurales, bomberos, gente que trabaja gratis en los comedores para los que tienen hambre en un país que produce alimento para trescientos millones de personas, que deben estar en otros lados.
 
Si tengo que elegir, no lo dudo: prefiero comida para todos en vez de goles para todos. Me gusta el fútbol.
 
Si se juega bien, sin señores que se revuelquen por el suelo, fingiendo gravísimas lesiones que luego cesan como por encanto. Sin desaforados, dentro de la cancha, en las tribunas o delante de un LED de muchas pulgadas, que insulten sin razón al árbitro. Y si tienen razón, tampoco me gusta.
 
Me gusta el fútbol.
 
Sin los mafiosos de la AFA, sin la caterva de facinerosos que se enriquecen dirigiendo clubes que quiebran, y que encima reciben subsidios estatales que tanto faltan en las escuelas y los hospitales.
 
Igual, dicho todo esto, si la selección argentina juega bien y encima gana, me voy a alegrar.
 
Con un poquitito de esperanza, y sin gritar, les digo, me digo: Vamos Argentina.