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Más exhibición que solución al chikungunya

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El virus del chikungunya sigue causando estragos en República Dominicana, al punto que de acuerdo a proyecciones oficiales, afectará del 50 al 60% de la población, sin que las autoridades sanitarias hayan implementado efectivas  medidas de contingencia para combatirlo a nivel nacional.
 
El nombre “chikungunya”, de origen makonde (Africa), significa “aquel que se encorva”. Aunque la enfermedad rara vez puede causar la muerte, el dolor en las articulaciones dura meses o años para algunas personas. Apareció por primera vez en Tanzania en 1952 y desde allí migró al resto de África y Asia.
 
No existe un tratamiento específico ni una vacuna comercialmente disponible para prevenir la infección de este virus. Se transmite a través de la picadura de mosquitos tales como el Aedes aegypti y el Aedes albopictus.
 
El Aedesaegypti, que también puede transmitir dengue y la fiebre amarilla, está presente en las zonas tropicales y subtropicales de las Américas.
 
El número de afectados por el chicungunya en el territorio dominicano ronda los cien mil, desde que comenzó la epidemia a finales de marzo, de acuerdo con autoridades de Salud Pública. Sus síntomas son fiebre alta y dolor de cabeza y en todas las extremidades. Algunas personas también suelen padecer de vómitos, diarrea, urticarias y otros síntomas. En casos graves, los dolores pueden durar hasta dos años y dejar secuelas para toda la vida.
 
Ante la enfermedad, las autoridades de Salud Pública han mantenido jornadas “tímidas” de prevención que se limitan a exhortar a la población a  eliminar los criaderos de mosquitos en su entorno, así como la permanente campaña de “cloro untao, tanque tapao”.
 
Otras recomendaciones a la gente infectada  es ingerir permanentemente líquido y tomarse una pastilla de acetaminofén cada cuatro horas.
 
Pero todo aquello no basta. Por la alta incidencia de casos,  las personas se quejan de lo poco diligente que las autoridades han sido en tratar el virus, al punto de que un gran componente de la población comenta que no hay tal chicungunya, sino que en el ambiente del territorio dominicano rondan unos virus, muchos emanados de desechos tóxicos, que se estarían ocultando para no generar alarma.
 
El Ministerio de Salud Pública  garantizó medicamentos suficientes en los diversos centros de salud, principalmente en los de Atención Primaria, para el tratamiento de la chikungunya  y exhorta a  la población a acudir al médico ante la sospecha de tener el virus.
 
Pero resulta que cuando se acude a los centros de salud, éstos están atestados de pacientes, con la agravante de que se agotan los medicamentos.
 
La primera vez que el chicungunya se detectó en América fue en la parte francesa de la isla caribeña de San Martín en diciembre pasado y desde entonces se ha propagado por otras naciones del Caribe.
 
Hasta el momento se han confirmado casos del virus también en Antigua y Barbuda, Aruba, Cuba, Dominica, Guadalupe, Guyana Francesa, Haití, Islas Vírgenes Británicas, Martinica, San Cristóbal y Nieves, San Bartolomé, San Vicente y las Granadinas y Santa Lucía, Puerto Rico, Estados Unidos y Venezuela.
 
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que los países con presencia del mosquito transmisor mantengan su capacidad para detectar y confirmar los casos, tratar adecuadamente a los pacientes y reducir al máximo la presencia del transmisor.
 
A principios de este mes, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), había estimado en el continente americano unos 135.000 casos confirmados y sospechosos de chicungunya en 16 islas del Caribe, principalmente en República Dominicana, los territorios franceses de San Martin, Guadalupe y Martinica, así como en Haití.
 
La OPS ha reportado 14 decesos de personas que presentaban los síntomas.
 
El virus del chicungunya se extiende por casi todo el territorio dominicano, con clínicas y hospitales abarrotados de pacientes. Se agota el acetaminofén ante una población cada día más incrédula.
 
Mientras tanto, aspirantes a cargos políticos buscan “pescar en mar revuelto” haciendo declaraciones en los medios de comunicación y realizando operativos, que más que jornadas efectivas para combatir el virus, son campañas exhibicionistas con las cuales ganan adeptos a sus apetencias políticas.

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