La pérdida de liderazgo es un problema que afecta a muchos países del mundo, particularmente a República Dominicana, y su existencia presupone una necesidad, en la medida en que la influencia de personas con esas características permite incentivar a quienes les rodean a la hora de cumplir un objetivo común.
La crisis del liderazgo político dominicano la enfocan muchos de manera diferente; pero más allá de las disputas y desmoralización en las filas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), de las constantes denuncias de corrupción entre quienes integran el oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD); o los intentos de renovación del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), en este último se han puesto de manifiesto, sobre todo en estos tiempos, intentos por “refrescar” su militancia y lograr que caras jóvenes protagonicen y aprovechen los espacios y oportunidades que dicha organización política les ofrece.
El presidente del Partido Reformista Social Cristiano, Federico Antún Batlle (Quique), pretende que la juventud dominicana inyecte sangre joven, oxigenada y fuerte a una plataforma política, que de cimentarse de esa manera, coadyuvará en transformaciones imprescindibles para los cambios que pide a gritos la sociedad dominicana.
Se habla en las calles y donde quiera del creciente desempleo; de las pocas oportunidades que lleva a delinquir a los más jóvenes; de la pobreza que afecta a las mayorías; la contaminación del medio ambiente, la ya imperecedera crisis eléctrica; la corrupción administrativa; la batalla por una educación pública con calidad, los pésimos servicios de salud, entre tantos temas que debían ocupar las principales funciones de quienes tienen la responsabilidad de responder a las mayorías por el lugar donde les han colocado. Y es precisamente ahí que resultan vitales los líderes.
Hora es ya de que política y democracia revivan por medio de rostros y brazos jóvenes; en el decir de Antún para poder encaminar el país hacia “el cambio social transformador”, sin olvidar, según sus palabras que “la juventud no es un activo del futuro, sino aliento del presente”.
De hecho, el siglo XXI avanza de prisa, el año 2014 va más allá de su mitad y las permanentes elecciones electorales se acercan a su conclusión en menos de dos años. Hablar de aires, voces y rostros nuevos podría poner un toque de esperanza y fe en un futuro que borre el descrédito actual y muestre, finalmente, un verdadero liderazgo político en el país.
Liderazgos ¿soplan aires nuevos?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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