Porto Alegre.- De nuevo Lionel Messi, con una gran actuación ante Nigeria, volvió a desnivelar la balanza a favor de Argentina, que ganó 3-2 con dos goles del delantero albiceleste para dejar a su equipo en el primer puesto del grupo F con pleno de victorias en los tres partidos de la fase de grupos.
Messi ha confirmado que es el mesías de Argentina. Es el único de su equipo capaz de hacer algo distinto, de poner una marcha más a un juego plano de una selección que disipa cualquier duda con las actuaciones del jugador del Barcelona.
Sin él, Argentina sería otra cosa. Su entrenador, Alejandro Sabella, declaró el día antes del duelo que hay que quitar presión a su figura porque hay más jugadores que pueden tirar del carro. Pero hoy por hoy, es casi imposible. Sin ningún escudero al lado, Messi tendrá que soportar la presión él solo. No hay otra.
Y es que Argentina tiene dos mediocentros, Javier Macherano y Fernando Gago que apenas aportan creación. El primero, por lo menos da equilibrio defensivo, pero el segundo tiene un ritmo futbolístico cansino. Da muchos pases cortos, al pie, sin profundidad y sin velocidad. Ese es el ritmo de Argentina.
Con una excepción. Cuando coge el balón Messi. Y hoy, lo volvió a hacer. Desde el segundo minuto lanzó a sus compañeros y ánimo las gargantas de un estadio que parecía La Bombonera de Buenos Aires. Porto Alegre, frontera con Argentina, atrajo a cien mil hinchas albicelestes. Cerca de 80.000 se quedaron fuera del estadio Beira-Rio.
Pero los que consiguieron un billete gritaron el primer gol de su equipo como nunca. Messi recogió un rechace dentro del área tras un disparo de Ángel Di María que paró Vincent Enyeama para fusilar al portero que fue su pesadilla en el Mundial de Sudáfrica de 2010.
En aquel torneo, Nigeria y Argentina se enfrentaron con victoria sudamericana por 0-1. Marcó Gabriel Heinze, pero Enyeama detuvo todas las intentonas de Messi hasta desesperarle. Sacó hasta cinco balones imposibles y después el argentino reconoció el talento de su rival.
Cuatro años después, batió a la primera a un portero excelente, que luego sacaría bastantes pelotas complicadas a Di María y al propio Messi. Pero no era el día de los milagros aunque Nigeria rezara por ellos. Se acercó en varias ocasiones, pero no pudo aunque a veces los rozara. Uno de ellos llegó un minuto después del tanto inicial de Messi, cuando Ahmed Musa empató con un zapatazo esquinado que no pudo parar Sergio Romero.
Aunque Argentina dominó el resto de la primera parte, lo hizo sin ideas, con mucha espesura y muy romo. Tuvo que aparecer Messi, en el minuto 45, para hacer un golazo de falta que calmara a una selección que no está tranquila del todo. Algo falta, algo falla, no todo es lucidez.
Esa contundencia de la que adolece Argentina, con momentos de poca concentración, se demostró en el primer minuto de la reanudación con otra diana de Musa que volvió a subir el empate al marcador. En esta ocasión, fue el equipo de Sabella el que respondió al instante, con un gol de rebote de Marcos Rojo, que aprovechó un marcaje timorato de Nigeria en un córner para rematar sin querer con la rodilla una pelota que mandó a la red de Enyeama.
Entonces, Argentina tuvo una velocidad más con los africanos lanzados a por el empate. Pero ésta se acabó en cuanto Messi salió del campo a falta de algo más de 30 minutos. Sabella dio descanso a su estrella, que ya había hecho bastante en el tiempo que estuvo sobre el césped. Se marcho de él con dos goles con los que ya suma cuatro en el Mundial.
Nigeria murió con dignidad, acechando el área de Argentina y clasificándose para octavos de final gracias a la victoria de Bosnia sobre Irán.
Los africanos mostraron una vez el camino a seguir para derrotar al combinado de Sabella, que ha sufrido para ganar en todos sus partidos. Hasta que no se cruce con un rival de entidad, no se sabrá el nivel real de la albiceleste, que, sin Messi, apenas tiene fuerza. De momento, Messi es Argentina y Argentina es Messi.
El gran Messi lo hace de nuevo, Argentina gana
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