No se trata de una noticia sensacionalista ni nada que se le parezca, si no una verdad, que más que impresionar duele. Duele profundamente reconocer que un niño de apenas 15 años haya producido un acto de violencia, junto a otro que conducía una passola, tras los cuales el propio procurador de la República, Francisco Domínguez Brito, le haya perseguido infructuosamente.
Ocurrió en Santiago, pero pudo repetirse en cualquier punto del territorio nacional. El procurador y miembros de su seguridad personal presenciaron el asalto y robo a una señora, a quien despojaron de su cartera y pese a que persiguieron a los ladrones, estos lograron escapar, no sin antes dejar ver el rostro de uno de ellos, ante lo cual Domínguez Brito no pudo dejar de expresar que lo que más le dolió fue que el muchachito que quitó la cartera a la dama no tenía 15 años.
Del mensaje que recibe la sociedad con este tipo de caso habla el procurador y la realidad es que cada día se incrementan actos de este tipo, porque políticas sancionadoras y no preventivas no han resuelto lo que la propuesta legislativa planteada por los congresistas formuló como medida; encerrar a los menores infractores y no buscar soluciones que ameritan los altos índices de violencia que se registran en el país mantiene a la sociedad dominicana en vilo.
Otra vez el tema vuelve a ser el de las políticas públicas que se requieren. Los menores, sujetos de derecho según lo establecido en la Constitución de 2010, indican, en el artículo 56, regulaciones de protección a los menores de edad en términos materiales y espirituales. Lamentablemente, el país retrocede. Se habla de cientos menores privados de libertad…Y las tandas de criminalidad siguen y la seguridad ciudadana no mejora, y hasta el procurador general de la República persigue, sin resultados a niños delincuentes.
Vergüenza y dolor, más que asombro
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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