La carrera húngara demuestra que este deporte lo es todo, menos aburrido
¿Qué habría pasado si Lewis Hamilton hubiera hecho caso a su propio equipo y se hubiera dejado adelantar por Nico Rosberg? Quién sabe. Él cree que habría perdido el podio en Hungría. Lo cierto es que Ricciardo, Alonso, Hamilton y Rosberg nos han brindado otra carrera e emociones, deporte, estrategia y pasión difícil de olvidar. Cuatro magníficos pilotos que representan la quintaesencia de la Fórmula 1 actual.
Lo que parecía que iba a ser la consolidación de Nico Rosberg como líder del mundial se ha convertido tres puntos perdidos a favor de Lewis Hamilton, que pone el campeonato una pizca más emocionante. Pero, sobre todo, añade más ingredientes a un duelo ya inolvidable, protagonizado por los dos pilotos de Mercedes, al que quizá habría que añadir al propio equipo, pues no está claro todavía si realmente son ciertas las intenciones de las flechas de plata de dar libertad a sus pilotos para competir entre ellos. Cada carrera parece quedar más patente que los alemanes quieren que este año gane un compatriota el trofeo. Desde luego la petición desde el muro de boxes para que Lewis se dejara adelantar no ayuda en absoluto a esa supuesta objetividad competitiva. El propio Hamilton ha reconocido que se quedó conmocionado cuando escuchó la orden de dejarse sobrepasar por Rosberg. Y no es de extrañar.
El segundo es el primero de los vencedores
Alonso no pudo aguantar los incesantes ataques de Daniel Ricciardo ni siquiera media vuelta; ni dos kilómetros. El australiano estaba decidido en ganar, y para ello tenía que pasarle por encima. Y vaya si lo hizo. Lo que sí pudo el español fue aguantar dos vueltas a Hamilton. Eran los últimos compases del Gran Premio de Hungría, los últimos momentos de una carrera memorable. Su exhausto «cavallino» no podía más: resoplaba, relinchaba y trotaba a trompicones. Pero en esta ocasión, y sin que sirva de precedente (o quizá sí, por qué no…), el segundo no ha sido el primero de los perdedores. Ha sido el primero de los ganadores… morales. Porque tanto el español de Ferrari como el inglés de Mercedes han demostrado sobre el complicado asfalto húngaro cómo, en ocasiones, es posible hacer realidad lo imposible. Cómo la constancia, la fe en uno mismo y el esfuerzo de superación dan resultados cuando todo parece presentarse cuesta arriba. El segundo lugar de Fernando Alonso en el podio de Hungaroring parecía un espejismo: hace tiempo que el español no copa portadas en la prensa nacional por culpa de un coche poco o nada competitivo, y ya no suele ser noticia. Pero resultados como este nos hacen recordar lo mucho que cuesta no sólo ganar una carrera, sino simplemente pisar un escalón del podio, sobre todo con un coche a todas luces inferior.
