Al retornar al poder e iniciar una nueva era conocida como la de “los diez años”, se le preguntó al Dr. Balaguer que si su nuevo estilo y forma de gobierno obedecía a una nueva filosofía o corriente política de gobernar. Balaguer explicó que no, que él seguía amparado bajo la sombra del reformismo social cristiano, que él no había cambiado en nada, que lo que había cambiado eran las circunstancias en las que en ese momento gobernaba.
Salvando la abismal distancia entre Marx y el Dr. Balaguer, Carlos Marx señala que en medio del fragor de las luchas “los hombres hacen su historia, pero no la hacen bajo condiciones elegidas por ellos mismos, sino bajo condiciones directamente existentes, dadas y heredadas”. Engels tenía esa misma persección cuando señala que “los hombres hacen su historia pero no saben la historia que hacen”.
Esa “realidad”, la que Ortega y Gasset ve unida a la palabra “circunstancia”, es la que a muchos hombres le corresponde vivir, y los empuja a constituirse en constructores de su propio destino. Esa realidad es la que en estos momentos parece arropar al Ing. Miguel Vargas Maldonado.
Al principio del año 2011 cuando decidí apoyar las candidatura presidencial del PRD, cuyo proceso interno provocó la irremediable fisura entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía, escribí un artículo en el que dije lo siguiente: “En el proyecto del presidente Mejía deben y tienen que caber todos, que realmente haya espacio para cada quien y para cada cual. Entender que todos los perredeistas son importantes y necesarios para volver al poder. Es urgente e imprescindible el intercambio generoso y reconocer los valores de los que no fueron favorecidos por la mayoría. Hacer esto alejándose los triunfadores del ruido altisonante de la victoria ensoberbecida; es un accionar sabio e inteligente.
Es el momento de orquestar sinceros acuerdos que esperan los perredeistas y toda la sociedad sensata. Es tiempo de encontrar puntos de coincidencia y no pretextos para una estéril discordia que impida identificar al verdadero adversario”.
El triunfalismo nos arropó a todos. Perdimos las elecciones y hoy la realidad nos golpea en nuestras propias narices. Está sellada la división del PRD con la creación de un nuevo partido por parte de la facción del presidente Mejía. Una cantidad importante de perredeistas que no se han expresado todavía, se encuentran hoy en la gran disyuntiva de dar el salto o permanecer en el PRD, partido que otra vez tendrá que resistir este nuevo embate de la historia.
El evangelio de Mateo (Cap16 v13 al 16), narra que Nuestro señor Jesús reunido con sus discípulos les preguntó: ¿Qué dicen los hombres acerca de mí? Y estos le dijeron lo que decían las gentes de él. También les pregunto Jesús a sus discípulos ¿y ustedes qué dicen que soy yo?… El gran maestro, rey de reyes le importó lo que de él pensara la gente y esa persección adversa, producto de un trabajo mediático que se bombardea a diario contra el presidente del PRD, tiene que revertirse y es la primaria tarea de Miguel para lavar su nombradía; estigmatizada como el Judas Iscariote.
Las circunstancias aconsejan que el presidente del Partido Revolucionario Dominicano, tiene que ir por campos y ciudades, por valles y montañas y prestar atención a lo que de él dice la gente. Abrir las ventanas para que nuevos aires y sangre nueva entren al partido. Abrir los oídos, su mente y corazón y ponerle amor a lo que dice y piensa la gente él. Esa es la estrategia a seguir y así debe entenderlo Miguel y su equipo de asesores para poder relanzar al partido y su figura. En el año 2008 Miguel relanzó un diezmado PRD; esta nueva jornada es también posible.
En política nada es absoluto. Miguel y el PRD se pueden recomponer. Balaguer después de ser expulsado del poder volvió y volvió, cuando muchos entendían que era ya un cadáver político. Hipólito Mejía es el ejemplo más reciente de esa realidad.
Los peredeistas, no importa en cual litoral se encuentren, deben esforzarse en trabajar cada cual en su proyecto, sin denostarse los unos de los otros. Miguel en ese sentido ha dado cátedra de resistir con estoicismo los embates de sus adversarios. Se ha hecho amo y señor de su palabra y también de su silencio.
Entiendo finalmente que no hay por qué quemar naves ni destruir puentes. En política el adversario de hoy puede ser tu aliado de mañana. Las circunstancias en un escenario de segunda vuelta y muy a pesar de todo, pueden obligar a Miguelista e Hipolitistas a caminar juntos, en el entendido de que las razones que nos unen son más poderosas que las que nos separan. El tiempo, juez implacable terminara dictaminando. Hoy por su parte, Miguel y el PRD tienen una inminente tarea: ¡Oír a la gente y abrir las ventanas!