Sin dudas que el gobierno del presidente Danilo Medina, en los primeros dos años de gestión, ha mantenido los niveles altos de popularidad y aceptación en la población, gracias a que ha ejecutado al pie de la letra, importantes puntos del Programa Electoral que presentó a los dominicanos durante la contienda que le llevó al poder el 16 de agosto del año 2012.
En lo personal, Danilo Medina, ha logrado arribar a más de un 90 por ciento de simpatías; y no está en discusión, como nadie puede obviar que la educación, las mipymes, el oro nuestro y de la Barrick nos haya mejorado un tanto la vida; el sector agropecuario, las obras públicas y los esfuerzos para que los dominicanos cada día se sientan más seguros en las calles, son grandes logros con números que su gobierno puede exhibir.
El éxito gubernamental y personal del mandatario Danilo Medina estuvo asegurado antes de llegar al poder. Pero ni él, ni su equipo de colaboradores detectaron a tiempo que “algo” se gestaba, aunque no se percibía, y que se convertiría en el punto discordante para que su gestión no llegase a sacar mayor porcentaje como esperaban. ¿Por qué?, pues apareció una ”espinita” de la que nunca se contó en el trayecto: la Sentencia 168/13.
Nadie nunca imaginó que de la noche a la mañana se conociera la disposición del Constitucional que hiciera sombra a la gestión de Medina en la primera mitad.
He empleado la palabra “espinita” por no referirme al término “moquillo”; palabra utilizada por mi mamá para definir, a su modo, la aparición de piedras y cosas inesperados cuando emprendemos algún camino. He oído a mi madre pronunciar cientos de veces, desde que era niña, la misma palabra cuando alguien le ha presentado algún proyecto o asunto futurista. Ella repite: “ah, y dónde está moquillo”. Siempre lo mismo. Y el moquillo no es más que eso, la espinita, ese algo que aparece y que no esperamos, porque casi nunca hablamos de los imprevistos.
En estos días, con todo lo que ha pasado tras el conocimiento de la Sentencia del Constitucional y los dos primeros años del gobierno de Medina, he pensado mucho en esas palabras de mi progenitora.
El caso haitiano, como siempre se le llamó a la llegada y permanencia en el país de miles y miles de indocumentados del vecino país, y que la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, vinculante a todos los demás poderes públicos del Estado, llama a regularizar al igual que a otros cientos de extranjeros de distintas nacionalidades que viven de manera ilegal en territorio nacional, se convirtió en el moquillo que por rato ensombreció al gobierno del presidente Danilo Medina.
Pero mi madre también ha hablado de las ventajas de conocer y vencer a moquillo, o sea, a la piedra en el camino: “Si aparece moquillo, como es seguro que aparezca, sólo se tiene que superar, y ya está. Si vences a moquillo, puedes tener éxito en lo que te propongas”.
Creo que pese a que el gobierno ha enfrentado el caso de los extranjeros ilegales, también es digno reconocer que hace inminentes esfuerzos para dejar establecido a la posteridad, las herramientas legales que de una vez y por todas pondrán fin al desorden migratorio en la República Dominicana.
No ha sido la Sentencia 168/13, que quede claro, el moquillo o espinita en la primera mitad del gobierno del presidente Medina, pues era de esperarse que algún mandatario dominicano tuviera que enfrentar la situación, y como ruleta rusa, le ha tocado al mandatario de turno. Sólo el destino es así. Sin son ni ton.
Si durante décadas los dominicanos han oído hablar de que aquí se maltrata a los haitianos, entre otros a los trabajadores de los ingenios; si por años los gobiernos de la República Dominicana han recibido presiones internacionales para que se acoja a los ilegales haitianos en suelo dominicano; y en lo adelante, ¿Qué dirán?
No cabe dudas, ni la menor, que tras la puesta en marcha del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros Ilegales, y junto a la Ley 169-14, el país quedará libre de culpas, libre de señalamientos, libre de etiquetas, libre de pecados, y el presidente Danilo habrá superado a moquillo del que habla mi madre, o sea, ha salido airoso y ha vencido el gran obstáculo de la primera mitad de su gobierno.
Otro aspecto importante y que deberá llevar con orgullo el presidente Danilo Medina, es el que da cuenta que ha sido en su gestión, en la primera mitad, que la República Dominicana, habrá logrado poner fin, de una vez y por todas a un problema que se agravaba cada vez más al no definir ni poner en marcha una verdadera política migratoria.
Y yo me pregunto, porque nunca dejo de preguntarme cosas, ¿y luego, qué dirán del pueblo y la República Dominicana?, ¿de qué se acusará?, ¿seguirán los dominicanos siendo los malos de la película?.
Y me respondo, porque también me respondo cosas, aunque muchas veces me niego a hacerlo por entender que sólo les pertenecen al futuro: cuando estos asuntos migratorios no se logren ni con leyes, ni reglamento, ¿Entonces?, ¿Cuál será la solución?, y es por eso que a veces no me gusta responderme cosas, pues muy segura estoy que la solución vendría cuando de este lado mucha gente actúe con el corazón en la cabeza y las manos acompañadas”.