Según el criterio de un estimado colega, “la fiesta sigue”, pues el tema de Loma Miranda, que debió tener este 2 de septiembre una respuesta casi final, volvió a los predios del Poder Legislativo y, claro está, las reacciones a favor y en contra de la medida, no se hicieron esperar.
El Presidente empleó su cuenta Twitter para expresar: “Yo estoy a favor de #LomaMiranda y de todas las lomas de RD. Siempre defenderé el suelo y el subsuelo de mi país”. “Mientras sea Presidente me aseguraré que no se producirá explotación alguna, sin salvaguarda del medio ambiente”. Y otro donde reza “Tengan la confianza que siempre he tomado decisiones pensando en lo mejor para mí país. Antes, ahora, hoy y siempre”.
Lo de defender los puestos de trabajadores que quedarían en vilo es imprescindible, dado que la nación exhibe una tasa de desempleo preocupante, sobre todo en las familias más humildes dominicanas. Unido a ello, la situación medioambiental del país es, sin duda alguna, un problema de Estado.
Pero, si a algo ha acostumbrado Danilo Medina a la población dominicana, durante este primer periodo presidencial, es a su manera de enfrentar y tomar posiciones ante los momentos históricos y concretos que le ha tocado vivir como máxima dirección del país, y ahora no se esperaba menos.
Sin ánimo de incurrir en irrespetuosidades con quien ha ganado simpatía por franca valentía en sus decisiones, la pregunta sería por qué no haber creado una comisión que determinara “in sito” cuáles partes pueden explotarse o no, sin dañar Loma Miranda. O definitivamente, de ser absolutamente imposible, determinar concretamente lo contrario.
Danilo Medina ha observado la propuesta de acuerdo a las leyes constitucionales de República Dominicana, donde se entiende que “toda explotación minera debe ampararse en un estudio previo de impacto medioambiental que cumpla normas internacionales y dominicanas” y cuyo estudio no ha sido presentado a la fecha.
La carta enviada a la presidenta del Senado de la República, Cristina Lizardo, implica observaciones “porque luego de un estudio ponderado de su contenido, tiene serias dudas de su compactibilidad con la Constitución de la República…”.
Ahora mismo, todo sigue en el limbo. Es el caso del concepto de “…una Ley que establezca un parque nacional que veda la posibilidad futura de aprovechamiento de los recursos naturales existentes dentro de su perímetro, aun y cuando las condiciones socioeconómicas y ambientales, y las tecnologías de explotación minera, garanticen su sostenibilidad”. E igual se mantiene lo de “…postergar cualquier decisión sobre Loma Miranda y sobre cualquier otro ámbito del territorio nacional de potencialidad minera, hasta que el Poder Legislativo dicte la Ley que manda la Constitución de la República sobre el Plan de Ordenamiento Territorial, a fin de que de manera racional, se maximice la protección de los recursos naturales y se propicie de un desarrollo minero responsable, como lo han hecho otras naciones del mundo y de la región”.
Es que estas son medidas que no ameritan dilataciones. El Gobierno de Danilo Medina, tal como dijo el Presidente de la República, “no se adhiere al fundamentalismo medioambientalista ni al capitalismo minero salvaje”. Entonces, ni en favor de la minera Falconbridge, ni de los sectores que defienden a Loma Miranda Parque Nacional.
Lamentablemente, entre tantos ires y venires, la desmemoria a veces colma espacios que debían proveer reflexión y determinación a la nación. Esperemos haya, más que todo, una decisión final, no salomónica, sino afianzada por Temis, la diosa griega de la justicia y no con un ojo tapado y otro no.
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