La corrupción, delincuencia, tráfico de drogas y otros actos delictivos permean las filas de las instituciones castrenses, provocando cancelaciones y retiro forzosos de sus alistados, bajo las acusaciones de cometer faltas “graves” y “muy graves” en sus funciones y violar los reglamentos internos de dichas entidades.
En tan solo 11 meses (periodo comprendido desde el 26 de julio del 2013 hasta el 11 de abril del 2014) fueron dados de baja, puestos en retiro y otros conducidos a la acción de la justicia 3 mil 142 uniformados de la Policía Nacional. A esta suma se agregan 22 cancelados en junio y 21 en agosto.
Los rangos de los policías expulsados de la institución del orden van desde tenientes coroneles, capitanes, primeros tenientes, segundos tenientes, oficiales superiores, oficiales subalternos, sargentos mayores, y cabos.
Tras asumir la jefatura de la Policía Nacional, el mayor general Manuel Castro Castillo se comprometió a cambiar el método de trabajo de la entidad y a erradicar la delincuencia en el país, sin saber que empezaría por su propia institución.
Igual situación experimenta el Ejército Nacional, donde en los últimos dos años han sido cancelados 5,200 soldados, 54 de los cuales, incluyendo dos oficiales subalternos, dieron positivo en las pruebas de dopaje, mientras que otros han sido por mala conducta. Las pruebas antidoping se hacen por sorpresa, de forma aleatoria y por perfil sospechoso en las brigadas y destacamentos militares de todo el país.
Esta situación deja mal paradas a las entidades militares, ya que son las responsables de castigar el flagelo en el cual incurren muchos de sus miembros, convirtiéndose en la manzana podrida que contamina a los demás compañeros.
Para muchos esto ocurre como consecuencia del pírrico salario que devengan los uniformados, lo que les obliga a entrar en movidas ilícitas, a fin de sobrevivir. Sin embargo, otros entienden que una persona con gran responsabilidad y consciente del rol que desempeña en la sociedad, no sucumbirá a las tentaciones de dañar la imagen de su institución, la del país y la suya propia.
En ese sentido, el general retirado del Ejército Nacional, Rafael Percival Peña, considera que esa situación se debe en gran parte a la indisciplina que hay dentro de las Fuerzas Armadas, debido al mal ejemplo que reciben de sus superiores con la ostentación de riquezas y gastos, lo cual declina a los mandos medios y bajos.
Además entiende que otra causa es el exiguo salario que devengan los enlistados, razón por la que tienden a irse por lo más suave y caer en la delincuencia y redes del narcotráfico.
“La corrupción y la indisciplina que vive el país se refleja en todos los estamentos del Estado y los organismos castrenses y policiales no escapan a esa realidad”, sostuvo Percival Peña.
Mientras que el exvicealmirante de la Armada Dominicana, Néstor Julio González Díaz, reflexiona que no se justifica que por el bajo salario una persona caiga en actos delictivos.
“Eso es falta de preparación de la moral y la buena costumbre que viene desde la educación familiar. Entonces, se ingresa gente que no tienen la formación debida para ser miembro de esos organismos”, concluye González Díaz.
Retiros forzosos reflejan degradación FFAA y PN
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