No hace falta que Sophie Sirtaine, directora del Banco Mundial para el Caribe, señale que “las tendencias en la inequidad y la pobreza no monetaria han mejorado en la República Dominicana, pero el avance logrado en la prosperidad compartida ha sido más lenta que en el resto de la región”.
Economistas en el país, como Miguel Ceara Hatton, han reconocido que pese a un aumento del Producto Interno Bruto, el empleo ha crecido apenas un 1.31% del año 2000 al 2012, cifra que desdice el “agrandamiento” de las conquistas económicas y revoca ese concepto que se ha manejado acerca de que el Producto Interno Bruto se habría triplicado para bienestar de la sociedad.
Por otro lado, no hay mejor analista de la situación que se vive a diario que una jefa de hogar, una de esas mujeres que a pesar de ocupar un mismo puesto laboral, con similares capacidades al hombre, gana 27% menos que el. Sin olvidar las que esperan uno de los 10 puestos de trabajo, seis de los cuales son para ellos.
Los beneficios de una economía que crece son aun macros; pero las familias dominicanas necesitan los resultados micro- palpables, que se reviertan en una canasta básica asequible a las mayorías.
Sirtaine menciona los hogares dominicanos y su poca movilidad económica ascendente, pese a que el país tiene un gran potencial para crear más y mejores puestos de trabajo “para el 40% más pobre de la población, al igual que mejorar su acceso a recursos financieros, electricidad y telecomunicaciones más confiables y mejores servicios de educación, salud, agua y protección social”.
En verdad, existen las estrategias, políticas, “sólidas asociaciones” con entidades bancarias y mucho más, que ayudan a la nación dominicana a generar empleos productivos y un crecimiento económico continuo. Pero, esto, lamentablemente, aun es parte de lo que se espera con ansias…
Crecemos, pero distribuimos mal
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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