No hay duda de que el liderazgo impone una disciplina y que tal y como plantean los textos, “quien la ejerce tiene un compromiso consigo mismo, porque el verdadero dirigente ejerce una influencia especial en las personas que lo rodean”.
Pero, quizás haya elementos que por su sencillez y potencia pasen a otro tipo de análisis, sin que sean menos importantes, y se trata del carisma y simpatía que irradian algunas personas, razón por la cual pueden favorecer su labor y estrategia, en lo individual y también en lo colectivo. Carlos Morales Troncoso conocía ese arte o proceso de influir en quienes le rodeaban. Era una habilidad innata, tal y como repetían muchos de los que le acompañaron por largos lustros en sus múltiples faenas.
Con su fallecimiento, el excanciller Carlos Morales Troncoso deja un vacío muy grande en ese “rostro exterior” de la República Dominicana, que marcó con sonrisa y mirada de escrutinio penetrante.
También el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) pierde uno de sus principales activos, con una carrera política y profesional de altos quilates, cuyas convincentes relaciones humanas dentro y fuera del país, le ubicaron en los altos escalones de la simpatía y el respeto.
República Dominicana y el mundo dan el adiós a quien también fue vicepresidente de la República, al embajador en Washington, al director del Consejo Estatal del Azúcar, al Carlos Morales de liderazgo influyente y habilidades dignas de imitar; al padre, esposo, abuelo. A ese gran dominicano le despedimos con las frases indiscutibles de Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
A Morales Troncoso, de los imprescindibles
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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