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¿Fin a la impunidad?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Con la certeza de que “Las palabras pueden ser fuente de libertad”, resulta penoso reconocer que 2013 fue un año trágico para el periodismo latinoamericano y caribeño y que el actual ha seguido con resultados dramáticos.  La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), recordó que se “ha reportado el asesinato de 13 periodistas o trabajadores de medios de comunicación en el hemisferio” en 2014, y denunció el “efecto amedrentador” que esos crímenes tienen para los empleados de los medios de comunicación.
 
Crímenes, amenazas, despidos masivos y malas condiciones laborales hacen del oficio del periodista un acto de sobrevivencia, tal y como sustenta un artículo que vio la luz bajo la firma de Ángela Vásquez Oliver. No faltan, sin embargo, días como el aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas, para conmemorar cada 27 de noviembre «Seguridad de los periodistas y la cuestión de la impunidad» y otra resolución que  propone propiciar su seguridad e instituye el 2 de noviembre como «Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas».
 
Según estadísticas de la CIAP-Felap, en los últimos siete años han sido asesinados 228 periodistas en la región, de ellos 27 en 2007, 26 en 2008, 32 en 2009, 40 en 2010, 39 en 2011, 30 en 2012 y 33 en 2013.
 
La entidad gremialista señala que cometiendo asesinatos impunes, atentados y amenazas, ciertos «poderes fácticos» que actúan en la sombra procuran silenciar al periodismo.
 
La realidad marca que “sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia”, escribe Vásquez Oliver y el Colegio Profesional de Periodistas de Galicia ha reafirmado que “garantizar el derecho a la información plural, veraz e independiente es una función social que los medios deben cumplir más allá de las condiciones económicas o grupos de presión”.
 
En República Dominicana el riesgo de represalias es muy elevado para aquellos periodistas que se atreven a denunciar a personajes dedicados al crimen organizado, y entonces, habrá que ver qué sucederá con la democracia. Y esto, claro está, peligra allá, acá y acullá.

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