Los Ángeles.- Kobe Bryant está viviendo una circunstancia muy particular. Por un lado, su equipo, Los Angeles Lakers, está a la deriva y al borde del hundimiento; por el otro, y a título individual, está a punto de sobrepasar a Michael Jordan en el tercer puesto de máximos anotadores de la historia de la NBA, para lo que le restan 63 puntos.
Sin embargo, lo que marca su día a día es más la desgracia colectiva que vive su equipo que el hecho de estar batiendo récords con 36 años de edad, en su decimonovena temporada y tras haber superado dos lesiones graves. Con un balance de 5-16, los Lakers siguen siendo el segundo peor equipo de la Conferencia Oeste y la identidad permanece dormida, hipnotizada por el canto casi imperceptible de las sirenas.
Pero Kobe está empeñado en dar la cara y seguir adoptando un rol absolutamente protagónico. Su fidelidad con la situación es tal, que el domingo, después de caer ante los Pelicans de Nueva Orleans (104-87), el dorsal número 24 reconoció que tiene la fe intacta y que aunque las derrotas sigan haciendo aguas en la embarcación lagunera, todavía disfruta del proceso. Kobe está lejos de perder la motivación por el básquetbol.
«Lo que me sigue moviendo es el proceso», señaló tras anotar 14 puntos, brindar tres asistencias y recuperar tres rebotes en 32 minutos de juego. «Soy una persona competitiva por naturaleza. En estos momentos hay gente que está esperando que las cosas salgan mal o algo así, pero yo disfruto el proceso de esto, el reto, y tratar de encontrar la solución. No todo va a ser genial, ni champán ni ganar campeonatos, también hay que pasar por momentos duros. Si esto fuera el Titanic, yo me hundiría con él. No voy a saltar al agua», afirmó.
Incapaz de evitar el rosario de derrotas que acumula el equipo, Kobe volvió a liderar en puntos a los suyos ante los Pelicans. No obstante su efectividad sigue siendo baja (llegó a la cita con 39.1 por ciento de acierto). El domingo, el resto de sus compañeros se contagió de su falta de puntería (anotó seis de sus 18 intentos) y el equipo finalizó el partido con 40 por ciento de efectividad, una circunstancia que acabó mermando la energía y la confianza de sus compañeros.
«Todo el mundo quiere competir, se trata de saber cómo competir», afirmó. «El instinto competitivo te golpea cuando estás abajo. Mucha gente es competitiva cuando las cosas van mal. Es ahí es cuando tienen que aparecer las personas competitivas de verdad. Tenemos que darnos cuenta de quién es verdaderamente competitivo, que den un paso al frente y que acepte el reto», esgrimió.
Kobe: «si esto fuera el Titanic, yo me hundiría con él»
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