Esta madrugada viví un sueño muy agradable. Estaba en la escuela de Evangelización Juan Pablo II entre amigos y amigas debajo de un frondoso árbol escuchando a Jesucristo predicando el sermón de la montaña. Al despertar en alegría di unos pasos, abrí mi cuaderno de bitácora de cuando asistía a la escuela de evangelización y leí este apunte: Jesucristo evangeliza a sus discípulos: “Los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes debe ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. Pero ni aún el hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir pasará dar su vida en rescate de muchos”.
Me detuve meditabundo y se me presenta Mahatma Gandhi. ¡oh! Su libro: Quien sigue el camino de la verdad no tropieza. Palabras a un amigo.
Me permito: de fe y confianza en Dios.
Dios y Satanás no pueden reinar a un mismo tiempo en tu corazón.
Si Dios habita en nuestros corazones, no podemos abrigar malos pensamientos ni cometer malas acciones.
Dios nunca nos olvidas, somos nosotros quienes les olvidamos a él y esa es nuestra desgracia.
Cierro el libro y vuelvo a mi bitácora marinera. Sigo con Gandhi. En la clase de liderazgo a mis alumnos en la Academia Naval comienzo explicándole:
La oración del líder.
Mi señor:
Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentira para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxitos, no me quite la humildad.
Si me das humildad, no me quite la dignidad
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda.
No me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mi mismo.
No me deje caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señar de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerza para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar, señor…
Si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí.
Gandhi.
Nos preguntamos ¿Qué le sucedería a Jesucristo si apareciera en esta selva humana? Los que no aman, carentes de los conocimientos para vivir bien se reúnen y deciden: ya viene este a sermonear contra nuestro sistema. Salgamos de él…
Nuestro invitado de hoy. Gandhi: “Si no fuera por los cristianos yo fuera uno de ellos”.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.
Meditabundo: De un sueño con Jesucristo a Gandhi
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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