Si bien las instituciones encargadas de la seguridad pública y vial y organismos de socorros desplegaron labores preventivas muy evidentes, al punto que en las calles, a disímiles horas se veían patrullas y puestos destinados a esta labor, los resultados hasta la fecha indican que los festejos de la Nochebuena y Navidad dejaron muertes que pudieron evitarse: unas 16 personas perdieron la vida en 212 accidentes de tránsito, incluyendo 13 debido a accidentes en motocicletas, y 469 resultaron afectados o lesionados, según dicta el segundo boletín del Comité Nacional de Emergencia (COE).
Otra vez los motoristas son mayoría en estos sucesos lamentables. Al parecer, olvidan que en las vías no pueden comportarse de manera arbitraria, y mucho menos dejar atrás el viejo refrán de que ellos “son su propia carrocería”.
Tampoco puede la sociedad obviar los esfuerzos y la manera en que las autoridades han dispuesto de su tiempo para cuidar de las familias en cada momento de estos significativos días.
Hasta que la conciencia imprima en cada quien la decisión de cooperar desde lo individual y familiar para evitar tragedias tales, aun cuando se llenen las calles y sitios vulnerables de ese personal que sacrifica sus propias fiestas para proteger a otros y otras, seguirán produciéndose estas fatales consecuencias, que con un poco de prudencia y disciplina podrían erradicarse para siempre.
Quedan apenas unos días para el nuevo año, quiera Dios que las cifras no aumenten y la felicidad y la paz reinen en nuestros corazones.
Hasta que la prudencia se imponga
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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