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Meditabundo: Dios y el hombre, la vida es una fiesta

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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En la edad de la oxidación la vida continúa siendo una fiesta y nos preguntamos. ¿Qué nos enseña todo lo que es aprendido por los sentidos y constituye la materia del conocimiento humano? Lo primero, que no es posible cuidar todo y descuidamos de lo que al fin de cuentas es lo verdaderamente importante. Entregar el amor que Dios nos da.
 
Debemos ser vigilante de nosotros mismos, se que son muchos los que fracasan porque se dejan llevar de pensamientos y caen en lo malo, no se detienen en el análisis. Es fácil, solo minutos, cerrar los ojos, lo que percibimos  analizarlo, bien detenido y ponerse en escucha. Y llegará La Gran Voz del Silencio. Cuestionarse con sinceridad y las debilidades corregirlas, no repetirlas.
 
Estaba explicando en la Academia de la Dirección Nacional de Control de Drogas, a los cadetes de cuarto año de la Fuerza Aérea Dominicana la moral y la ética en el servicio antinarcóticos. Y un cadete se pone de pie para no dormirse. Le dije siéntese y diga en su interior tres veces: No me duermo. Al terminar la clase, le dije. Usted no se durmió. Ejerció el poder de la voluntad. El joven sonrió. Lo invité a que se diera cuenta que las debilidades se dominan y le expliqué la Apatheia Estoica.
 
Hacer un hábito  diario de cuestionarnos, vemos como nos corregimos, cambiamos acciones, evitamos contrariedades y errores que nos hacen daño. Mirar nuestro interior es el camino de paz y progreso.
 
Si ejercemos la corrupción y obtenemos dinero, este cae en el bolsillo como una moneda en una cloaca. La moral es evaluada en su propio bien y no valora nada según estos bienes que llegan por diversos caminos tortuosos. No olvidar. “Solo es útil lo honesto”. Y agregar, no hay felicidad donde no existe honestidad.
 
El que desacata ignora que las leyes que viola sirven para adquirir buenas costumbres, a más demandar, enseñan. Increíble tantos ciudadanos inclinados a la malas costumbres por estar regidos por leyes malas. ¡Qué violación contra la naturaleza lo establecido en una ley que permite privatizar las playas! ¡Oh Dios cuánta perversidad contra la creación del bien común!
 
No creemos en felicidad cuando se tiene el alma aislada por la mala costumbre de poseer lo ajeno. No me inclino a la crítica, la niego, no la veo buena. Estoy asido a la advertencia sana como una obligación ciudadana. Se esto crea enemistades, las que acepto como un bien de mis humildes costumbres, costumbres de ni siquiera mirar lo ajeno. Es deber ineludible no acostumbrarse a lo malo. Es una costumbre enfermiza, epidemia contra todos. Patología ciudadana.
 
La amistad se debe subordinar únicamente a los deberes que impone el amor de Patria y la familia. Amar la ley natural, creer en el derecho superior universal, derecho por excelencia. Le ley del espíritu no es el producto de la inteligencia humana ni de la voluntad popular, sino algo eterno que rige el universo por medio de sabios mandatos.
 
La razón suprema impera en la naturaleza, que ordena lo que debe hacerse y prohíbe lo contrario.
 
Nuestros invitados de hoy: Aristóteles: “Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”.
 
San Juan María Vianney: “Siempre florece la alegría en el alma unida a Dios”.
 
El autor es vicealmirante de la Armada Dominicana.

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