El psiquiatra Juan José López Ibor Aliño, ex presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, ha muerto en Madrid a la edad de 73 años. Hijo de Juan José López Ibor, una de las referencias de la psiquiatría del siglo XX, el doctor López Ibor Aliño era catedrático y profesor emérito del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y elaboró más de un millar de ponencias sobre la ciencia psiquiátrica y cientos de trabajos, entre ellos sobre enfermedades como la esquizofrenia, la depresión o las patologías del estrés.
López Ibor Aliño
Los terroristas no tienen ninguna patología psiquiátrica. Hace años estudié vivencias sobre nazis importantes, uno de ellos Adolf Eichmann. Había un estudio sobre él, y yo, sin decir quién era, se lo di a varios psicólogos para que valoraran el test. La conclusión común fue que era una persona muy banal, sin patologías, y que no destacaba por nada, ni demasiado listo, ni demasiado tonto», dijo a EL MUNDO en una entrevista publicada en 2001. Cuando se le preguntó qué mecanismo mental funciona o deja de funcionar para que una persona dispare o accione una bomba contra otras, fue tajante: «Si yo tuviera la respuesta a eso tendría una respuesta a la naturaleza humana. El problema más importante es explicar el mal y si existe o no el mal absoluto. Hasta la II Guerra Mundial se pensaba que no existía. Después, se ha pensado que sí, que la perversión absoluta también existe en el juicio humano.
Autor de medio centenar de libros y de más de 300 artículos en revistas científicas, desarrolló su experiencia clínica, entre otros escenarios, como director del Instituto de Salud Mental del Hospital Clínico de Madrid, al frente delServicio de Psiquiatría del Ramón y Cajal o en su propio centro privado.
El que fuera presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y del Comité para la Prevención y Tratamiento de la Depresión, sostenía que esa enfermedad, la depresión, era la «número uno» en España. «Y lo será durante un tiempo».
Años antes de que se aprobara la Ley de Dependencia y de que su falta de aplicación siga siendo profundamente denunciada, López Ibor Aliño hablaba de salud mental y social: «Desde que se cerraron los manicomios, muchos enfermos mentales son cuidados por las familias. Pero éstas no tienen ni conocimientos sobre la enfermedad, ni reciben apoyo económico. Se convierten en agentes sanitarios, pero nadie les paga por ello y eso es una realidad inaceptable».
Amante de la ópera, los toros y la navegación, sus amigos sostienen que era un hombre de «ciencia, conciencia y coherencia». Uno de ellos, el doctor en Psiquiatría Juan Coullaut-Valera Jáuregui, cuenta que a sus alumnos solía decirles: «Esto no sirve para aprobar la asignatura, pero sí para diagnosticar».
Hace apenas un mes, López-Ibor Aliño ingresó en la Real Academia de Doctores de España, el último acto público de su vida. «La investigación científica ha de proporcionar no sólo datos para ser patentados, sino convertirse también en el motor de cambios sociales perentorios», dijo en su discurso de estreno. Y lo remató así: «Deberíamos volver a nuestras raíces en la Grecia clásica y recuperar el logos, razón y verbo, pensamiento y palabra, correr los velos que lo ocultan, dejando que los seres sean lo que son para que nadie pueda imponerles su verdad.
Muere Juan José López Ibor, ex presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Story
Page