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Panamá dice adiós al carnaval

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Con el entierro de la sardina, los panameños pusieron fin a cuatro días de desenfreno carnavalesco, donde alegría, desenfado, vicios, colorido, mojaderas y gastos sin límites prevalecieron para paralizar a todo un país.
 
Y es que el llanto del fatigado pez, símbolo del ayuno y la abstinencia, anunció el inevitable fin de la festividad más especial del itsmo hace más de una centuria, y donde todo vale antes de dar paso a la Cuaresma.
 
Viudas, sacerdotes y personajes de todo tipo desfilaron por las calles de la ciudad bailando, con el ataúd de la sardina a cuestas y con los primeros rayos del Miércoles de Cenizas iluminando el camino.
 
Con esta ceremonia simbólica, que a su vez se celebra 40 días antes del inicio de la Semana Santa, los panameños de más fe intentarán que la sardina se lleve lo peor de la suciedad social actual, protagonizada por cierta clase de políticos corruptos.
 
La falsa ceremonia fúnebre, originada a mediados del siglo XIX en España, fue protagonizada por los últimos fiesteros, quienes juntos a la reina y sus embajadoras se negaban a decir adiós a los excesos para dar paso al orden, tal y como procuraba este festejo en sus orígenes hispanos.
 
Por lo pronto, el reencuentro con el Rey Momo ya quedó fijado por la liturgia: del 6 al 9 de febrero de 2016

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