El pasado de la Tierra, su presente y su futuro, se unen en el norte de la península de la Antártida, el más salvaje, desolado y misterioso de sus continentes.
Las pistas para responder a las preguntas más básicas de la humanidad están encerradas en este congelador continental del tamaño de los Estados Unidos y la mitad de Canadá juntos: ¿De dónde venimos? ¿Estamos solos en el universo? ¿Cuál es el destino de nuestro planeta que se calienta?
Los primeros exploradores en poner un pie en la Antártida hace 194 años iban a la caza de las riquezas del siglo XIX —el aceite y la piel de ballena y foca—, y tornaron roja de sangre la marea. Desde entonces, el continente en forma de puño ha demostrado ser un cofre del tesoro para los científicos que tratan de determinar todo, desde la creación del cosmos hasta la forma en que el mar se elevará con el calentamiento global.
“Es una ventana al universo y en el tiempo”, dijo Kelly Falkner, jefe del programa polar para la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Durante una docena de días de enero, en medio del frío verano antártico, The Associated Press siguió a científicos de diferentes campos en busca de criaturas que lucen como alienígenas, evidencias de contaminación atrapadas en el prístino hielo antártico, restos de la Gran Explosión y peculiaridades biológicas que potencialmente podrían conducir a mejores tratamientos médicos. Y tal vez, sobre todo, señales del imparable derretimiento.
El viaje en un barco de la Armada de Chile a lo largo de las islas Shetland del Sur y la vulnerable Península Antártica, que sobresale fuera del continente como un dedo meñique roto, registra 1 340 kilómetros y permite al equipo de AP una mirada de primera mano a parte de este vital continente.
La Antártida evoca imágenes de tranquilas montañas y blancas mesetas, pero el más frío, seco, y remoto de los continentes, está lejos de ser inactivo. Alrededor del 98 por ciento de él está cubierto por hielo, y ese hielo está en constante movimiento.
Las temperaturas pueden variar desde por encima de cero en las Shetland del Sur y la Península Antártica, a las insoportablemente heladas tierras cerca del Polo Sur. Como un volcán activo, la isla Deception es una olla de condiciones extremas. Hay lugares donde el mar hierve a 100 grados Celsius, en otros puede estar congelado por debajo de 0. Y mientras el sol rara vez brilla en los largos y oscuros inviernos de la Antártida, la noche nunca parece caer en los días de verano.
Mientras que los turistas llegan a la Antártida por su belleza y lejanía, para los científicos es todo trabajo.
Lo que encuentren pudiera afectar la vida de las personas a miles de kilómetros de distancia; si los expertos tienen razón y en la capa de hielo de la Antártida Occidental se ha iniciado la fusión de forma irreversible, lo que suceda allí determinará si ciudades como Miami, Nueva York, Nueva Orleans, Guangzhou, Mumbai, Londres y Osaka tendrán que luchar regularmente con crecientes inundaciones de los mares.
La Antártida “es grande y está cambiando, y afecta al resto del planeta, y no podemos darnos el lujo de ignorar lo que está pasando allí”, dijo David Vaughan, director científico del British Antarctic Survey.
A menudo, los científicos encuentran algo distinto de lo que buscan. El año pasado los investigadores calcularon que el hielo del lado occidental del continente se estaba derritiendo más rápido de lo esperado.
El pasado mes los científicos que investigaban la geología vital en esa fusión buscaban a media milla bajo el hielo de tono oscuro y encontraron una sorpresa: un pez de 15 centímetros de largo, y criaturas similares a los camarones nadando a través de sus cámaras.
Los geólogos están extasiados por los secretos de la Antártida. En una expedición científica reciente, dirigida por el Instituto Antártico de Chile, Richard Spikings, un geólogo que investiga para la Universidad de Ginebra, empuñó un gran martillo para recoger muestras de rocas en la islas Shetland del Sur y la Península Antártica. Los curiosos miembros de una colonia de pingüinos en Cabo Legoupil observaron mientras golpeaba en las losas de granito negro y diorita que emergían del océano austral. Al final de la visita de dos semanas, sus colegas habían comenzado a llamarlo Thor en tono de broma.
“Para entender muchos aspectos de la diversidad de los animales y las plantas es importante comprender cuándo los continentes se desmontaron”, dijo Spikings. “Así que también estamos aprendiendo acerca de la antigüedad real de la Tierra y de cómo (los continentes) se configuraron juntos hace mil millones de años, quinientos millones de años, 300 millones de años”, dijo. Y agregó que las ideas le ayudarán a entender el papel clave de la Antártida en el súper rompecabezas de los antiguos continentes. Con nombres como Rodinia, Gondwana y Pangea, los científicos creen que eran importantes masas de tierra que se unieron periódicamente a través del movimiento de las placas.
Como no hay industria local, cualquier contaminación capturada en el hielo y la virgen nieve proviene de productos químicos que viajaron desde lejos, como los bajos niveles de plomo que ya fueron eliminados del proceso de producción de la gasolina, o los niveles de radiación por encima del suelo provenientes de pruebas nucleares realizadas a miles de kilómetros de distancia y décadas atrás por los Estados Unidos y la Unión Soviética, dijo Vaughan.
El hielo cuenta cómo los niveles de dióxido de carbono, el gas que atrapa el calor, han fluctuado a lo largo de cientos de miles de años. Este es también el lugar del agujero en la capa de ozono, proveniente de los refrigerantes y aerosoles artificiales que periódicamente se estacionan durante un par de meses y causan problemas. Esto ocurre cuando la luz del sol se arrastra de nuevo a la Antártida en agosto, lo cual provoca una reacción química que destruye las moléculas de ozono, y produce un agujero que alcanza el máximo en septiembre y luego se cierra con un clima más cálido en noviembre.
Explorar la Antártida es algo con lo que el chileno Alejo Contreras, de 53 años, comenzó a soñar desde adolescente, después de leer el diario del viaje al Polo Sur de Robert Falcon Scott. Cuando Contreras finalmente llegó al Polo Sur en 1988, dejó de afeitarse la barba, que hoy cuelga hasta su pecho, y con frecuencia va en todas direcciones, como sus exploraciones.
La Antártida es “como el congelador del planeta”, dijo Contreras, quien ha dirigido 14 expediciones al continente. “Y ninguno de nosotros se atrevería a ensuciar el hielo.”
Debido a la naturaleza prístina de la parte inferior del mundo, cuando un meteorito aterriza, se mantiene intacto. Así que los investigadores encuentran muchos meteoritos, a menudo de áreas cercanas a Marte, incluyendo uno descubierto hace casi 20 años que tuvo a los científicos al inicio pensando, erróneamente, que habían encontrado pruebas de que alguna vez existió vida en Marte.
Este es un lugar con paisajes salidos de un set de cine de alienígenas. La NASA utiliza la lejanía del continente para estudiar por lo que las personas tendrían que pasar si visitaran Marte. El aire seco también lo hace perfecto para que los astrónomos escudriñen profundamente en el espacio y en el pasado.
Durante un reciente viaje a la Isla Decepción, Peter Convey, un ecologista de la British Antarctic Survey que ha estado visitando la Antártida desde hace 25 años, enfrentando fuertes lluvias, temperaturas cercanas a la congelación y vientos de más de 20 nudos con tal de recoger muestras de la esponja verde y el musgo marrón que crecen en charcos de la ceniza de la roca negra de las montañas de la isla volcánica. Él buscaba pistas en su genética para determinar cuánto tiempo has involucionado las especies en la Antártida, al margen de otros continentes.
“He tenido suerte y he ido al centro del continente, así que he estado aislado 400 a 500 kilómetros del ser humano más cercano, dijo Convey. En este alejamiento las formas de vida son extrañas y hacen que aumente la esperanza de que haya existido vida en otros entornos extremos como Marte, o que incluso esté ahora escondida bajo el hielo de Europa, la luna de Júpiter.
“Este es uno de los lugares más extremos en los que se podría esperar encontrar vida. Y la hay”, dijo Ross Powell, un científico de la Universidad del Norte de Illinois que en enero usó, para averiguar sobre la fusión, un submarino de profundidad a control remoto bajo el hielo en la otra parte de la Antártida cuando apareció el inusual pez y las criaturas con forma de camarón.
Cerca de 4 mil científicos llegan a la Antártida para investigar durante el verano y mil permanecen en el más imponente invierno. También existen alrededor de mil trabajadores no científicos entre los cocineros, buzos, mecánicos, trabajadores de limpieza, y el sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Oriental más al sur del mundo, que se encuentra en la cima de una colina rocosa en la estación rusa Bellinghausen.
Pero la iglesia en la colina es una excepción, un atisbo del mundo hacia el norte. Para los científicos, lo que hace a este lugar es el mundo de abajo, que ofrece una ventana hacia el pasado y el futuro de la humanidad.
“La Antártida en muchos sentidos es como otro planeta”, dijo José Retamales, director del Instituto Antártico Chileno, mientras aborda un crucero de la armada junto a Deception y las otras islas Shetland del Sur. “Es un mundo completamente diferente.”
(Con información de AP)
Antártida, la misteriosa
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