1. Cada día se destruyen 20.000 neuronas
Alrededor de cien mil millones de neuronas son las que conforman nuestro cerebro. Pero no es tan importante cuántas hay sino con qué velocidad se destruyen. Y ese dato también se conoce: unas 20.000 cada día (¡Una cada 5 segundos!). Es cierto que también se generan otras a diario –unas 1.400– pero como ves, el ritmo de destrucción es bastante más rápido que el de creación. Ahora bien, se puede lograr que la comunicación de las que quedan sea más perfecta (y suplir el trabajo de aquellas que ya no están). ¿Cómo? Leyendo, meditando, haciendo cuentas mentalmente, con sudokus.
2. La depresión podría deberse a que no “nacen” nuevas
Una de las últimas sospechas generadas al estudiar las neuronas es que algunos tipos de depresión podrían deberse, precisamente, a que no se llegan a crear esas 1.400 diarias que hemos mencionado en el apartado anterior. Este dato podría servir para elaborar nuevos tratamientos que hicieran más eficaces las neuronas que sí están o para propiciar, incluso, que nazcan nuevas, evitando así esos bajones anímicos.
3. El estrés las vuelve locas
Como ya hemos dicho, nacen neuronas cada día. Pero… ¡Ojo! Porque si vives estresado, de poco servirá lo que hagan esas neuronas “baby”, ya que el estrés puede generar cambios en el cerebro y hacer que se comporten como “neuronas ancianas”, dando lugar incluso a una enfermedad mental. Así lo han descubierto investigadores de la Universidad de California (Berkeley). Así que, ya lo sabes, haz reír cada día a tus neuronas para que se mantengan jóvenes. De paso, vivirás más relajado.
4. Tú también tienes neuronas “espejo”
Son células del cerebro que nos “invitan” a imitar comportamientos que vemos en otras personas. Unas determinadas posturas o muecas, una risa contagiosa… Son muchas las situaciones que activan estas neuronas y que nos llevan a ser menos originales de lo que pensamos. Se encuentran en la llamada corteza parietal de nuestro cerebro y lo bueno de ellas es que cuanto más activas están más empáticos podemos llegar a ser y más comprensivos con quienes nos rodean.
5. Y hay otras que “te mandan a la cama”
Las han identificado en la Universidad de Oxford, donde han comprobado que esas células neuronales funcionan a modo de interruptor: se conectan cuando llevas muchas horas despierto y te envían las señales necesarias para que entiendas que debes descansar. Una vez que tú obedeces “la orden” y descansas las horas que necesita tu organismo esas neuronas se relajan y se inactivan porque su función y su objetivo han sido cumplidos.
6. Ni tam tam ni señales de humo, electricidad
Las neuronas se comunican entre sí enviándose pequeñas descargas eléctricas. Se calcula que cada una de ellas tiene “un grupo social” formado por otras 10.000 neuronas, con las que intercambia información. Ahora bien, cuando consideran que hay un exceso de datos, una o varias de esas neuronas manda la orden de “desconectar” el sistema para que no sufra una sobresaturación. Por eso, muchas veces tenemos “atención” y “memoria” selectivas y solo recordamos aquello que nos parece más útil o importante.
7. Hay dos tipos de neuronas
Las excitatorias, que son la mayoría (alrededor del 80% de ellas lo son), y las inhibitorias. Las primeras se encargan de promover la estimulación adecuada para que nuestro cerebro aprenda y guarde información; las segundas frenan a las anteriores.
Al parecer, cuando nos vamos haciendo mayores las inhibitorias se vuelven más fuertes y ejercen un poder mayor, por lo que consiguen frenar parcialmente el aprendizaje. ¿Y eso significa que al llegar a los 50 o 60 dejamos de aprender? ¡Ni mucho menos! Solo que, para lograrlo –y puesto que el comportamiento del cerebro es entonces diferente– quizá tengamos que hacer más insistencia y poner algo más de empeño en lo que deseamos retener y asimilar como conocimiento.
8. ¿Sabías que al estómago se le considera el segundo cerebro?
Y es así porque también allí hay redes neuronales (ahí se fabrica también serotonina, la hormona de la felicidad) y para lograr un buen equilibrio orgánico se van conectando a “sus colegas” del cerebro cuando lo necesitan. Un ejemplo muy gráfico y que muchos reconocerán enseguida: cuando estamos nerviosos solemos decir “se me ha cerrado el estómago, no puedo comer nada”. Y, en parte, ocurre.
El estómago desvía a los músculos parte de la sangre que le llega, con lo que el proceso digestivo se hace más lento y el cerebro apaga la sensación de hambre. También es sabido que muchas personas que se quejan de problemas digestivos sufren estrés o ansiedad, con lo que les cuesta concentrarse o tener buen humor. La situación mejora sustancialmente cuando dejan de tomar tantos azúcares y grasas; consumen más vegetales y legumbres y mejora su salud digestiva.
9. ¿De qué se alimentan las neuronas?
Desde hace tiempo se sabe que su nutriente más preciado es la glucosa, pero no necesariamente nos referimos al azúcar (que es exceso acaba dañando todos los órganos, también el cerebro) sino a la que el organismo genera a partir de los hidratos de carbono. Pero los ácidos grasos Omega 3 son otro de los grandes elixires para esas complicadas estructuras. Y un estudio reciente corrobora esa idea: si aportamos aceite de pescado al cerebro, sus neuronas se mantienen en forma más tiempo.
10. Sienten… aunque no ocurra lo que sienten
En los últimos años se han desarrollado muchos experimentos interesantes sobre el cerebro y las neuronas. Y varios de ellos han demostrado que tanto los humanos como los animales (monos, ratas…) pueden experimentar sensaciones determinadas estimulando de forma adecuada la neurona adecuada. Es decir, es posible conseguir que sintamos que estamos deleitándonos con un delicioso batido de frutas multicolor aunque no estemos tomando esa bebida. Esto da pie a pensar que en un futuro nuestra vida podría ser algo así como una película de Ciencia-ficción y vivir la mayoría de experiencias de manera virtual.
Diez cosas que no sabías sobre tus neuronas
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Story
Page