Cuando dudo y pienso estoy viendo el entorno de la selva humana. Es cierto, muchos nos conocemos, vemos los que se apartan de la honradez a causa del afán delictuoso de adquirir riquezas y se aferran de la importancia por la posesión de los bienes mal habidos. Los administradores del erario no conocen la vergüenza se exhiben en jeepetas como pajuiles cantores, en sí, no practican las costumbres de vivir de acuerdo con las leyes del derecho natural, no las adquirieron, se quedaron en la materia, posibilidad de ser hombre. No cumplen su obligación de servir, no captan el llamado de los deberes de un servidor público. Ausencia total de devociones personales por el bien común. Son actores de la perversa política vernácula dominicana que se creen amigo de los corruptores que ya no tienen ocultos los hilos del poder, contrario al sentir de Séneca. “Solo es útil lo honesto”.
El corrupto no puede conocer y practicar que el verdadero orden de la vida no se hace algo para ser bueno, sino que se es bueno y en consecuencia se hace algo. Sus hechos dicen lo que son… nuestra óptica es que lo justo según la naturaleza es un acuerdo de lo conveniente para no hacerse daño unos a otros ni sufrirlo.
Donde no hay grandeza de espíritu, el nombre no importa. Estos hacen una buena obra con el interés en que se sepa que fueron ellos que la hicieron. Que se recuerde por su nombre y apellidos. Otros que tienen el privilegio de un nombre distinguido se aprovechan de esa circunstancia para que le abran puertas. No aprenden el arte de olvidarse de sí mismos. Son más que calculadores y de cada caminar en la vida quieren obtener provecho. ¡Qué pobreza!…
La sociedad degradada en su inmoralidad es asqueante, tratan como importantes a los que son sanguijuelas del erario, hasta lo llaman líder. Pero, en sí, son muertos cívicos. Y las “irregularidades” de las auditorías de la Cámara de Cuentas, que son verdades inocultables, lo retratan tal y como son.
Las protestas por distintas causas nos indican que el pueblo llano no tolera la usurpación de su derecho natural porque su tránsito terrenal depende de la solidez que pueda atribuirse a los cimientos morales de la justicia. Nuestra democracia no tiene la chispa, visión Duartiana. Sí la del mafioso Capone.
La ley es una distinción entre lo justo y lo injusto, lo indica el derecho natural. Resulta y observamos que el derecho absoluto se identifica con la ética y que, por consiguiente, repudiar una ley positiva mala y un no ha lugar, es como tacharla de inmoral.
En la biblioteca del ingeniero Don Félix Benítez Rexach, Cannes, Francia, 1953. Estudiamos al gran tribuno Marco Tulio Cicerón. Concebimos que él nunca se distanció de su fe firme, creencia de que las leyes están por encima de las exigencias y codicia de los hombres.
Un alumno en retiro me preguntó ¿A qué partido político usted pertenece? Semi sonreí y le contesté: si no fuera por los políticos yo sería uno de ellos. Recuerdo que hace años leí lo que hoy estoy observando. “Lo políticos son como los cines de barrios, primero te hacen entrar y después te cambian la película”. Al despedirnos le expresé. Durante las singladuras por el mar de los Taínos y Océanos fueron diversos los ocasos de alegría y apuros. Y comprendí que el mar muerto que no navegué, estaba muerto porque recibía y no daba.
Hoy nuestro invitado Cicerón: “La virtud se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.
Meditabundo: En la selva humana
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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