Los Ángeles.- Si al que no haya visto el encuentro entre Los Angeles Clippers y Houston Rockets (119-107) le cuentan que los locales, los que han hecho del Staples Center su fuerte, los que venían con la moral por las nubes a pesar de perder por un margen de 21 puntos en el Juego 5 no les bastó una ventaja de 19 puntos para certificar el primer pase a la final de la Conferencia Oeste de su historia, probablemente no se crea lo que va a leer a continuación. Si además se le añade el que los tejanos fueron capaces de sobreponerse a esa diferencia sin James Harden en la duela, probablemente tilden de loco al que suscribe.
Pero no, porque la historia fue así de cruda para unos y de esperanzadora para los otros, porque de estar a punto de firmar la sentencia de muerte, los Rockets han puesto toda la carne en el asador de cara a un Juego 7 que se disputará en la Ciudad Espacial el domingo.
Hasta el comienzo del primer cuarto y durante la mayoría de los minutos de esta eliminatoria, los Clippers estaban mostrando autoridad, disciplina, confianza, solidez, actuaciones individuales brillantes y ganas, muchas ganas. También victorias. Pero un balance de 49-18 en los últimos 14 minutos de partido y 40-15 en el último periodo les ha sepultado. Ahora tendrán que luchar contra los elementos y algo más duro todavía, contra su moral.
Y los que lucían desquiciados, impotentes, blandos, inefectivos y sumidos en una maraña de chispazos insuficientes y brotes de inmadurez en algunos momentos han salido a flote de la manera más heroica.
Todo se reduce a un argumento: los Clippers han sido mucho mejores que sus rivales durante casi toda la serie, pero sus contrincantes no se han dado por vencidos y han sabido capitalizar los momentos de debilidad angelina. Si J.J. Redick y Jamal Crawford no anotaban una canasta ni al Gran Cenote durante el último cuarto, Josh Smith supo sacar pecho y dominar en defensa y ataque a los suyos.
A los Rockets les ha faltado un armador de categoría, han dependido mucho de Harden (el Juego 7 ha demostrado que la maquinaria carbura mucho mejor sin él), han visto a unDwight Howard que ha perdido los papeles en ocasiones y que ha sido ampliamente superado por DeAndre Jordan, pero todo eso quedó reducido a cenizas, porque acaba de empezar otra serie, una final imperdible.
El Juego 6, dominado por los Clippers durante la mayor parte del encuentro, evidenció que los Rockets son capaces de meter una marcha más en intensidad defensiva cuando se lo proponen. Fueron capaces de superar una diferencia de 19 puntos en el tercer periodo (sí, de nuevo los Clippers les sacaron los colores en el tercero) y fueron a por todas en el último periodo poniendo la cosa a cinco puntos de diferencia, a dos a empate y a 12 de diferencia. Antológico.
Blake Griffin no se cansó de campar a sus anchas. Clavadas antológicas, conducción de balón envidiables para un jugador de 2,08 metros de altura y la recompensa de sus intentos desde el arco en los calentamientos previos a los partidos. El pívot logró hasta un triple. Smith acabó siendo más efectivo en los momentos puntuales. Chris Paul volvió a demostrar que es uno de los mejores armadores que han pasado por la liga. Jugó su partido de postemporada número 64 y superó las 600 asistencias en playoffs. El lograr dicha marca en 64 partidos o menos coloca a CP3 en la lista de históricos bases virtuosos:John Stockton (54), Magic Johnson (57), Kevin Johnson (59) e Isiah Thomas (63). Un récord que podría quedarse en eso, en un mero dato.
Y DeAndre Jordan, ese jugador que antes del Juego 6 había conseguido que su presencia valiera su peso en oro al catapultar a los suyos a un victorias por 23.8 puntos de diferencia. Todo cambió en el Juego 6.
La magia de los playoffs está en este tipo de partidos, citas en las que ya no vale de nada el pasado, sino el porvenir. Este Juego 7 promete.
No subestimen a los Rockets de Houston, que saben resurgir de las cenizas
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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