La Cumbre de los Pueblos que tuvo lugar en Bruselas deja ese legado impostergable que es la importancia de fortalecer la unidad, la integración y la solidaridad en América Latina y el Caribe.
Se denominan con razón “fuerzas vivas y progresistas del continente”, que tienen la necesidad de unirse y de “ubicar al ser humano en el centro de la sociedad”, tal y como se reflejó en los debates y planteamientos defendidos en la cita.
Ya no resulta extraordinario ni distante hablar de la patria grande, que como expresó la hija de Ernesto “Che” Guevara, Aleida Guevara, es la única puerta de salvación, pues ya las leyes del mercado han demostrado que no pueden solucionar las necesidades perentorias de las poblaciones.
Reforzar “la integración política efectiva y las nuevas formas de cooperación sur-sur” se mantiene como objetivo esencial y de esa integración continental deben fluir soluciones que acaben de una vez por todas con el hambre, la pobreza, el racismo y la dependencia.
La solidaridad debe continuar creciendo y traspasando fronteras, más allá de nuestros propios pueblos, porque Europa, América Latina y el Caribe se conocen hace siglos y de un lado y otro hay mucho que aportar.
Este encuentro, que se ha llevado a cabo a la par de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE), deja, junto a muchos otros, enseñanzas que harán del mundo que habitamos, un escenario mejor compartido.
Hablamos de igualdad
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