Las imágenes son en verdad desgarradoras. De un lado, un país con pocos recursos que intenta “poner orden” a las masivas migraciones, tal y como lo hacen los Estados Unidos, España, Francia y tantos otros países en el orbe; del otro, personas de diferentes generaciones que intentan escapar de una realidad terrible, invivible, que parece no poner fin al amplio espectro de la miseria y las penurias.
Desde el terremoto han pasado años…Las potencias prometieron, se comprometieron; desde afuera todos claman por soluciones, sin desplegar verdaderas acciones. Haití se doblega por el peso de su población necesitada, que muere en el Canal de la Mancha, en corrientes marinas múltiples, y sigue arriesgándose por tratar de hallar un camino, una solución.
República Dominicana es una especie de vereda para ellos, no un camino. Los espacios físicos disponibles en los puestos fronterizos de Jimaní, Dajabón, Elías Piña y Pedernales, que servirán como centros de acogida para los extranjeros indocumentados al momento de finalizar el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, pueden semejar campos de concentración. Muchos repiten: “vamos a morir ahí…”.
El Plan Nacional de Regularización concluye este 17 y no son pocas las manifestaciones de disgustos y angustia. Muchos abogan porque las autoridades dominicanas prorroguen el plazo establecido; los cañeros de origen haitiano forman parte de estas protestas, y denuncian que más de 49 mil personas que se dedican a esa actividad iban a quedar fuera del plan; aunque el viceministro de Interior, Washington González aseguró que el acuerdo alcanzado incluye unos 2,700 pensionados, a quienes se les otorgará un estatus migratorio con validez por dos años y desmiente que fueran 49 mil.
Más allá de cifras e imprecisiones, de los desórdenes e irregularidades, las autoridades haitianas son culpadas por no otorgarles a sus ciudadanos la documentación debida para poder cumplir con los requisitos exigidos y las deportaciones están previstas para efectuarse una vez concluido el plazo del Plan.
Las preguntas son múltiples y las respuestas insatisfactorias. Los otrora poderosos imperios que arañaron la tierra haitiana y cargaron con sus riquezas observan “preocupados” el destino de familias enteras, sin que asuman responsabilidades y propongan soluciones a este peliagudo y triste conflicto.
“Regular” no es solo de RD
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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