En Turin, Italia, Jorge Bergoglio, el papa Francisco habló con preocupación de las conexiones mafiosas, la corrupción, y a no cerrarse ante los inmigrantes.
El Sumo Pontífice lamenta los rechazos a los que llegan de otras tierras en busca de un mejor futuro, tema que no solo es espinoso en República Dominicana, sino también en el norte de Italia, Estados Unidos, España, y muchos más…
El Papa dijo: «Si la inmigración aumenta la competencia (económico), no se puede culpar (a los migrantes) de ello, porque son víctimas de la injusticia, de la economía del rechazo y de las guerras. ¡Los seres humanos no deben ser tratados como mercancía!», y aquí va lo que se aplica en la nación dominicana, donde acaba de concluir el pasado 17 de junio el plazo de inscripción de extranjeros, y el conteo regresivo repasa los 45 días límites que tienen los indocumentados para completar sus expedientes, y regularizar su estatus en el país.
Según se observa, el número de naturales del vecino Haití se ha reducido en las calles, aunque se asegura que pese a que una gran parte emigra por zonas fronterizas hacia su territorio, otros continúan imposibilitados de conseguir la documentación requerida, y como río revuelto, personas sin escrúpulos ganan con el robo a los que pagan a supuestos abogados que luego no aparecen o entregan papeles falsos.
La conciencia y la dignidad andan de paseo. Los papeles de buena conducta, carta de la junta de vecinos, de la iglesia, facturas de servicios y contratos de trabajo que deben presentar figuras que han explotado en múltiples labores a grupos hoy acogidos al plan, aún no aparecen y el futuro de familias enteras está en juego.
Que se cumplan las normas legales propuestas por el gobierno dominicano es absolutamente justo; pero que se respeten esos derechos humanos y sobre todo, ese amor al prójimo que juran tener muchos de los que hoy guardan silencio ante quienes sufren tales zozobras.
Cumplir normas y ser justos
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Story
Page