Recientemente el pueblo dominicano vivió la amarga experiencia de ver como uno de sus simbólicos monumentos, como lo es la Puerta del Conde fue restaurada de una forma tal, que muchos opinan que perdió su majestuosidad, y la historia que por sí sola contaba fue borrada con un par de pañetes más y ahora solo es un simple umbral que da acceso al interior del Panteón Nacional.
Otra vez la sociedad se opone a que otro patrimonio como son las Ruinas de San Francisco sea lacerada por el Ministerio de Turismo (Mitur) y su Programa de Fomento al Turismo Ciudad Colonial, con el cual pretenden remozar esa zona y construir un centro de convenciones, anfiteatro y un parqueo soterrado, para recuperar los cientos de visitantes extranjeros y nacionales que han perdido.
Sin embargo, debido a la mala experiencia de reestructuraciones anteriores, diversos sectores, instituciones y organismos del país se han manifestado en contra de la anunciada modificación a las ruinas. Entre ellas, el Consejo Dominicano de Icomos (monumentos y Sitios), entidad que agrupa a especialistas de diversas instituciones, profesionales y estudiosos del patrimonio histórico y cultural de República Dominicana, quien insiste en que la intervención viola la conservación de monumento amparada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Icomos considera que la nación enfrenta el peligro de perder el título de Patrimonio de la Humanidad que logró la Ciudad Colonial, ya que la primera condición para que se mantenga la declaratoria es garantizar la integridad y autenticidad del conjunto patrimonial.
Asimismo, los ediles Waldys Taveras, Consuelo Despradel y Alex Núñez consideraron que la iniciativa de modificación viola el artículo 64 de la Constitución de la República, que establece la obligación de conservar el patrimonio histórico de la nación.
Los funcionarios municipales solicitaron al Concejo de Regidores, que en cumplimiento de sus obligaciones, declare “no conforme con las leyes municipales y de planificación urbana” dicho proyecto, y que recurra a las acciones judiciales necesarias para suspender la pretendida remodelación.
Miembros de juntas de vecinos cercanas a las ruinas se reunieron para advertir que no permitirán que sea destruida la “esencia y la autenticidad” de ese monumento histórico.
“Santo Domingo es la cuna del nuevo mundo, tenemos el orgullo y la oportunidad de disfrutar de estas ruinas, la intervención urbana de ellas significaría un crimen, no para nuestro país, no es para la humanidad, porque todavía existen monumentos en Grecia, en Roma, en Madrid, en Barcelona, por qué matar nuestros monumentos si son parte de nuestra historia”, dijo Ereny Núñez Mendoza, residente en la zona.
Agregó: “Si quiere café, si quiere turismo, si quiere un bum a nivel de diseño y a nivel de notoriedad, busquen solares en la ciudad. No nos van a matar este patrimonio y nuestras ruinas de San Francisco no serán tocadas por manos algunas”.
También la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana (SARD), dejó sentada su posición y se acoge a los planteamientos de Icomos, que ha advertido que las Ruinas del Monasterio de San Francisco no deben ser alteradas de la manera que se pretende en el proyecto ganador, debido al peligro en que se encuentra dicho patrimonio del país, como lo revela un estudio realizado.
De igual forma, la subdirectora técnica de la Dirección de Patrimonio y Monumentos de República Dominicana, Gladys Leticia Tejeda, propuso no hacer cambios definitivos en la ruinas, con el propósito de evitar el robo de la autenticidad e integridad del primer monasterio del nuevo mundo.
Historia de las Ruinas
Los muros de piedras y ladrillos que exhiben las Ruinas de San Francisco fueron antes hogar de los padres franciscanos, los primeros religiosos en llegar a la Hispaniola para dedicarse a la enseñanza y la evangelización de los habitantes del Nuevo Mundo.
“Es imposible valorar esas piedras si no se conoce su pasado. Si no se sabe que del Monasterio de San Francisco salió ilustrado el cacique Enriquillo para convertirse en la voz defensora de sus coterráneos frente a los españoles que le educaron. Allí se instaló el primer acueducto de América y a finales del siglo pasado fue descubierto un cementerio de indígenas, esclavos y españoles.
“Muchos desconocen que antes de colapsar totalmente, este espacio fue un manicomio. Hoy, de las Ruinas de San Francisco solo se puede dejar volar a la imaginación para reconstruir el pasado y adrede, valorar lo que el tiempo dejó”, sostuvo el arquitecto Gustavo Ubri.
El antiguo Monasterio de San Francisco se levantó en al menos dos mil 500 metros cuadrados sobre una colina, en la parte norte de la Ciudad Colonial. La iglesia, el convento y la capilla de la Tercera Orden conformaban las tres edificaciones del terreno, todo construido alrededor de un patio central o claustro.
“Estas obras fueron edificadas en por lo menos cinco etapas desde inicios del siglo XVI. El convento fue la primera en erigirse como la casa de los padres franciscanos. De todo esto, aún hoy, es posible visualizar huellas desgastadas de las tres edificaciones, con rastros de actualidad. El pavimento, por ejemplo, fue reconstruido en ladrillos para la década de los 70. Sus muros rotos, sus paredes cansadas y fisuradas, sus pisos enterrados y el lenguaje de sus cúpulas insinuadas, son símbolos mucho más emotivo que la de cualquier monumento solemne y permanente”, precisó Ubrí al referirse a este lugar, donde se llevan a cabo bodas, sesiones de fotos, conciertos o filmes de alguna película o comercial.
El pueblo es soberano y se impone, los dominicanos y en especial los capitaleños no quieren perder el aspecto antiguo de las ruinas, lo que por años les ha sido familiar y cercano, y que ha servido de lugar de esparcimiento ocio vespertino y nocturno.
«Quieren arruinar monasterio San Francisco»
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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